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Celulares, tabletas, computadoras, impresoras, cámaras y demás artefactos electrónicos se caracterizan por ser instrumentos que aumentan la calidad de vida de los individuos, pero también se han convertido en un gran problema.

Estos equipos electrónicos que ya no se utilizan se convierten en basura electrónica o chatarra eléctrica, una de las consecuencias del mundo digital y de la sociedad de la información que representa una situación negativa para el planeta, según Naciones Unidas (ONU).

Un reciente estudio divulgado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de Naciones Unidas indica que solo 7 países en América Latina tienen leyes aprobadas (Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú), en cuanto a la regulación y tratamiento de la chatarra eléctrica, pero incluso así se hallan en un proceso muy inicial.

En cuanto a Panamá, al igual que en Argentina, Brasil y Uruguay, recién inician a conversar sobre abordar un marco legislativo que regule qué hacer con los artefactos electrónicos desechados.

El 1 de Febrero, 2016 las diputadas Iracema de Dale y Zulay Rodríguez presentaron el proyecto de ley 302 que regula la recolección y tratamiento de los desechos electrónicos en la República de Panamá.

Según el documento presentado por las diputadas entre los residuos que podemos destacar que son más desechados en nuestro país están las computadoras de escritorio, computadoras portátiles, monitores, impresoras, videocámaras, DVD, juegos electrónicos, celulares microondas entre otros.

Como consecuencia, hay toneladas de residuos electrónicos que se acumulan en los vertederos, estos desechos contaminan las aguas subterráneas, los suelos, así como el medio ambiente afectando la salud, al estar expuestos a estos químicos por la falta de un tratamiento adecuado de estos materiales.

La falta de una planificación concreta en el tratamiento de los desechos electrónicos permite que cerca del 70% de las toxinas que se desprenden de los vertederos de basura, provengan de los desechos electrónicos.

De acuerdo con el último Informe de las Naciones Unidas (ONU) , «El Monitor global de la basura electrónica 2017”, en el que han participado la Universidad de Naciones Unidas (UNU) y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA), el volumen de basura electrónica en el mundo aumentó un 8 % entre 2014 y 2016, lo que representa un “creciente riesgo para el medioambiente y la salud humana».

Según datos del informe, el año pasado la cantidad de aparatos con baterías o enchufe que fueron descartados ascendió a 44,7 millones de toneladas, de paneles solares a móviles, pasando por frigoríficos, televisores y ordenadores, y apenas un 20 % se recicló.

El valor agregado de todos estos materiales ascendió el año pasado a unos 55 mil millones de dólares, equivalente al producto interior bruto (PIB) de países como Costa Rica, Panamá o Uruguay.

Con 35%, Europa se convierte en el continente con una tasa de reciclado más elevada, por delante del 17% de América, el 15% de Asia y el 6% de Oceanía. En esta clasificación no se incluye África por falta de datos.

El informe vaticina un fuerte incremento de la basura electrónica en los próximos años, con un aumento del 17 % para 2021.

 


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