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El desierto más seco y antiguo de la Tierra, el de Atacama, en Chile, tiene un corazón hiperárido en el que hace al menos 500 años que no hay constancia de lluvias. Pero esta situación ha cambiado en los últimos tres años: por primera vez se ha registrado lluvia en ese territorio, seguramente como consecuencia del cambio climático global. La acumulación de agua ha provocado la aparición de lagunas hipersalinas durante varios meses y ha diezmado las comunidades microbianas adaptadas a las condiciones áridas. Así lo concluye un estudio internacional, publicado esta semana en la revista Scientific Reports y dirigido por investigadores del Centro de Astrobiología (CAB, un centro mixto del CSIC y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial).

“Nuestro grupo ha descubierto que, contrariamente a lo que cabría esperar intuitivamente, el aporte de agua no ha supuesto un florecimiento de la vida en Atacama, sino que por el contrario las lluvias han causado una enorme devastación en las especies microbianas que habitaban estos lugares antes de las precipitaciones”, explica Armando Azúa-Bustos, investigador del CAB y primer autor del estudio. “Nuestro trabajo muestra que las elevadas lluvias han causado la extinción masiva de la mayoría de las especies microbianas indígenas. El rango de extinción llega al 85%, como resultado del estrés osmótico que ha provocado la abundancia repentina de agua: los microorganismos autóctonos, que estaban perfectamente adaptados a vivir bajo condiciones de extrema sequedad y optimizados para la extracción de la escasa humedad de su entorno, han sido incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones de súbita inundación y han muerto por exceso de agua”, añade Alberto G. Fairén, también coautor e investigador del CAB.

ECOticias


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