El edificio Castellana 81, en Madrid, sigue acaparando reconocimientos. Si desde hace apenas un año esta obra del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza es sinónimo de sostenibilidad (es el primer y único edificio de oficinas del Paseo de la Castellana con sello LEED Platino) y de accesibilidad (tiene el máximo Distintivo Indicador del Grado de Accesibilidad -DIGA- 5 estrellas y el premio que lo avala), ahora ha obtenido la certificación WELL, convirtiéndose en el primer edificio de España y el quinto de Europa en alcanzar el nivel Oro. «Hay una serie de factores que influyen en nuestra salud y, entre ellos, destacan el entorno físico y social en los que trabajamos; espacios que tienen un impacto importante en nuestra productividad», expone Bieito Silva, director del Certificado WELL en el Instituto Tecnológico de Galicia (ITG), primera entidad partner oficial de IWBI (Internacional Well Building Institute) que está capacitada para realizar formación oficial en España.
A diferencia de otros certificados que puedan existir, como Breeam o LEED, WELL está basado en el rendimiento. Esto es, busca criterios que se puedan medir (lumínicos o acústicos) y testar (calidad del aire y agua) para después verificar el resultado. Y exige, además, una recertificación cada tres años para garantizar la calidad del edificio mantenida en el tiempo. No es una certificación que sólo afecta a la fase de obra sino también a la de uso del edificio. El certificado WELL se compone de 112 medidas organizadas en 10 conceptos: calidad del aire, el agua, la alimentación, la iluminación, el movimiento, el confort térmico, el sonido, los materiales (el impacto que tiene en el usuario), la comunidad y la mente (cuestión que tiene que ver con la gestión de personas, siendo un apartado importante la biofilia o necesidad que tienen las personas de estar en contacto con la naturaleza).
El Mundo