Cuando Felix, un niño alemán, habló en 2007 ante su clase de cambio climático, no imaginaba que estaba a punto de desatar una cadena humana sin precedentes a nivel mundial en materia de reforestación. Lo que comenzó como un grito al viento se ha convertido ahora en un reto a nivel global que ha llamado la atención de la ONU: un billón de árboles nuevos antes de 2030. En 2007, Felix tenía nueve años y su fuente de inspiración fue Wangari Maathai, una docente pionera en África galardonada con el Nobel de la Paz. Maathai logró impulsar un movimiento de mujeres para plantar 30 millones de árboles y fue fuente de inspiración para un alumno que concluyó su presentación con un llamamiento: «Vamos a plantar un millón de árboles en todos los países del mundo».
La idea atrajo inicialmente la atención de su escuela y el mensaje se extendió a toda la comunidad educativa, hasta el punto de que se inició una competición entre centros que permitió plantar en poco tiempo el árbol número un millón. La repercusión fue tal que en 2011 Felix tomó la palabra en la Asamblea General de Naciones Unidas para –en presencia de Maathai– lanzar un objetivo aún más ambicioso con 2030 como meta. «Ahora es momento de que trabajemos juntos. Combinemos nuestras fuerzas. Mayores y niños. Ricos y pobres. Juntos, podemos plantar un billón de árboles«, proclamó, ya como fundador y principal orador del grupo Plant-for-the-Planet, al que se han sumado en todo el mundo unos 100.000 niños, según explica la propia organización en su página web.
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