Varias especies de cangrejos habitan las frías aguas del fondo marino del norte de los océanos Atlántico y Pacífico, de ahí que a muchos se les denomine cangrejos de las nieves. Una de las tres especies destinadas a consumo humano es el cangrejo curtidor (Chionoecetes tanneri), que busca alimento a partir de los 200 metros de profundidad. Un grupo de investigadores de la Universidad del Estado de Oregón (EE UU) y la Universidad de Victoria (Canadá) observó cómo uno de estos cangrejos era levantado del lecho marino por las filtraciones de metano. El gas se acumuló cerca del cangrejo antes de desaparecer y soltar al crustáceo.
Esta observación fue el origen de un proyecto que ahora ha permitido descubrir que una población de cangrejos curtidores se alimenta de bacterias y arqueas que manan de las fugas de metano producidas en el fondo marino de la Columbia Británica en Canadá. Según el estudio, publicado en la revista Frontiers in Marine Science, se trata de la primera vez que se observa a una especie comercial aprovecharse de esta fuente de energía, que no debería provocar ningún problema de salud, indican los investigadores. Estas filtraciones de metano no representan ambientes tóxicos y podrían dar mayor cobertura a las especies en un contexto de cambio climático.
“El metano puede ser una fuente de energía muy importante y poco apreciada por los organismos marinos. A diferencia del plancton, no varía mucho con las estaciones y se cree que las filtraciones duran cientos de años”, señala Andrew Thurber, ecólogo marino en la universidad estadounidense y coautor del trabajo. A pesar de las observaciones y ante la falta de pruebas de que los cangrejos se nutrieran realmente de metano, los investigadores examinaron a los animales y encontraron evidencia química de trazadores en sus entrañas y evidencia biogeoquímica en sus tejidos.
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