¡Camparte en tus Redes Sociales!

Ubicado a orillas del Lago Gatún, a las afueras de la capital panameña, el santuario para perezosos funciona como un hospital, donde las habitaciones tienen ramas y troncos en vez de camas y donde una docena de expertos proveen cuidados a estos somnolientos mamíferos oriundos de los bosques tropicales de Centro y Suramérica.

«Una vez que salen de su hábitat natural, se desorientan y se vuelven muy vulnerables porque son muy lentos, son incluso más lentos que las tortugas», explicó Correa, que preside la Asociación Panamericana para la Conservación (APPC), la ONG que está a cargo del santuario. La mayoría de los perezosos que pasan por el centro han sido rescatados por guardas forestales o ciudadanos anónimos cuando estaban perdidos en zonas urbanas y que, tras pasar 48 horas en exploración, son devueltos a la selva.

El santuario, abierto al público en 2017, se ha convertido en uno de los grandes reclamos turísticos de Panamá, uno de los países con mayor biodiversidad del mundo -30 por ciento de su territorio de 75.000 kilómetros cuadrados está bajo algún régimen de conservación- y que apenas destina fondos públicos al rescate y rehabilitación de la vida silvestre, según los ambientalistas. «Hace unos años la gente veía un perezoso y lo mataba a golpes porque había la creencia de que transmitían muchas enfermedades. Gracias a Dios poco a poco va habiendo más conciencia por parte de los ciudadanos, pero lastimosamente no de los Gobiernos», concluyó el científico.

EFE


¡Camparte en tus Redes Sociales!