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“San Blas, un edén panameño, con islas de origen coralino, está colapsando poco a poco. Hay niños que estudian mientras las aguas del mar les rozan los pies”, explicó María Soledad Porcell, una ambientalista que impulsa un proyecto para la conservación de los arrecifes de corales.

Las islas de la emblemática comarca Guna Yala se están inundando como consecuencia del calentamiento global y la destrucción de los corales. Los indígenas han rellenado los arrecifes para construir sus chozas, pero su método ha provocado la muerte de los ecosistemas que funcionan como una barrera que rompe olas para impedir que el mar continúe su curso. Hoy el mar prácticamente se está tragando el archipiélago panameño. Un estudio elaborado en 2004 a partir de fotografías publicadas en la revista Conservation Biology establece que en tres décadas el archipiélago había perdido 50,363 metros cuadrados.

Un anteproyecto de ley intenta lograr la protección integral de los arrecifes de coral del país. La iniciativa contempla la mitigación de las aguas residuales que contaminan los corales, la reducción de la dañina pesca de arrastre, la protección de especies de peces esenciales para supervivencia de los ecosistemas y la inclusión de los pueblos indígenas, especialmente los de Guna Yala, en la conservación de las estructuras marinas, explicó Patricia Oviedo, del Centro de Incidencia Ambiental (CIAM). Según el documento que se promueve para ley de protección de los corales, la principal amenaza de los ecosistemas marinos caribeños es la sedimentación como consecuencia de la erosión excesiva.

 

 


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