En vez de pupitres, plantas; en lugar de paredes, aire fresco; un tejado pasó a ser suelo y se convirtió en la primera aula abierta para la ecología de Venezuela, un espacio para aprender sobre emergencia climática que pretende ser un crisol de ideas verdes para revertir la crisis ambiental.
La magia ocurre en la azotea del edificio de posgrado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en el oeste de Caracas, un lugar que resalta hoy por su color esperanza y a la vez se muestra con reverencia a la barriada de Antímano, una colina abarrotada por gente mayoritariamente pobre. En ese techo del campus, a unos 15 metros de la tierra, crecen ahora un centenar de pequeñas plantas que además de dar oxígeno y limpiar el aire con sus procesos naturales, sirve para bajar hasta 6 grados centígrados la sensación térmica dentro de la edificación.
La sola materialización del espacio es una batalla ganada al cambio climático, pues la UCAB tuvo que elegir entre asumir el gasto de instalar aires acondicionados para optimizar la temperatura de una planta del posgrado, donde hay una decena de aulas, o refrescar sus salones con el efecto de las cubiertas ajardinadas.
Una vez tomada la decisión verde, su puesta en marcha supone ahora un ahorro en consumo de electricidad, lo que en Venezuela, que cuenta con una de las tarifas de energías más baratas del mundo, no pareciera una recompensa financiera pero que para la universidad es una victoria en su apuesta por el desarrollo sostenible.
EFE