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Los incendios forestales no son algo nuevo en nuestras antípodas. Todos los años hay una época en la que hay incendios; sin embargo, lo que está pasando esta vez NO es normal.

2019 ha sido el año más caluroso y seco en este país desde que hay registros, por lo que se ha reducido el periodo fuera de riesgo de incendios, que es cuando se pueden realizar quemas controladas para disminuir la carga de combustible.

Por eso, Australia tenía una situación de partida (más calor, menos humedad y más carga de combustible) que ha sido el caldo de cultivo perfecto para la propagación de un incendio de alta intensidad.

Cada vez es más frecuente que, a pesar de los esfuerzos del operativo, los incendios forestales escapen a su capacidad de extinción. Un planeta más caliente y más seco está pidiendo soluciones urgentes y entender cómo se ha llegado a esta situación de incendios dramáticos, incendios que se comportan de forma impredecible y de una intensidad que genera microclimas propios de vientos y tormentas de fuego.

El cambio climático no origina los incendios, pero sí agrava su propagación.

En este sentido, es necesario conocer bien las causas de origen (riesgo de ignición) mediante la investigación de las causas y motivaciones (negligencia, intencionado o natural) para poder tomar iniciativas preventivas, de autoprotección y de concienciación social.

Los grandes incendios forestales son la cara visible de una emergencia climática y de biodiversidad que es necesario afrontar para evitar los peores impactos que ya estamos sufriendo.

Es fundamental que se aborden soluciones para prevenir y mitigar los grandes incendios catastróficos en un planeta cada vez más inflamable.

ECOticias


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