El 15 de noviembre de 2017, una desconocida y discutida obra de Leonardo da Vinci se vendió en Nueva York por 450,3 millones de dólares. Ese día el «Salvator Mundi» se convirtió en la obra más cara vendida en una subasta de la historia, y confirmaba el valor de la firma del genio renacentista, aun quinientos años después de su muerte. Ahora, un empresario francés se ha preguntado si la Mona Lisa, la obra más famosa del mundo, podría venderse para pagar la crisis del coronavirus en Francia. Porque, ¿cuánto valdría la Mona Lisa?

Según Stéphane Distinguin, CEO de la tecnológica Fabernovel, ese cuadro se vendería por no menos de 50.000 millones de euros. El empresario ha desatado la polémica en el país galo al proponer que esta sería una buena forma de sufragar los gastos de la pandemia.

«Día tras día enumeramos los miles de millones que conlleva esta crisis, como niños que cuentan cuánto tarda en llegar al fondo una piedra cuando la tiras a un pozo para medir su profundidad», ha explicado en una entrevista concedida a la revista «Usbek & Rica» y recogida por «The Indpendent». «Como empresario y contribuyente sé que estos miles de millones no se pueden inventar y que necesariamente nos costarán a nosotros. Un reflejo obvio es vender un activo valioso al mayor precio posible, pero que afecte lo más mínimo posible a nuestro futuro», ha añadido.

Y he aquí la conclusión: «Una pintura es fácil de mover y por lo tanto de entregar. Tenemos muchos cuadros… En 2020 tenemos que sacar el dinero de dónde esté. Así que vendamos joyas familiares… El precio es lo esencial y la principal causa de controversia. El precio tiene que ser descabellado para que la operación tenga sentido. Calculo que costaría no menos de 50.000 millones de euros adquirir la Mona Lisa».

El empresario también ha indicado la forma de pago, al sostener que la Mona Lisa puede ser «tokenizada» con alguna criptomoneda para que la transacción entre países sea más sencilla. «Legal y técnicamente, esta solución tendría muchas ventajas, pues permitiría a Francia y al Louvre mantener el control de la pintura. Incluso se puede imaginar que esta esta maniobra obtendría la aprobación del gran Leonardo Da Vinci, quien pintó, pero también dominó todas las ciencias y tecnologías de su época».

 

Fuente: ABC Cultura