La cara musical de Picasso, cuya vida y obra estuvieron muy marcadas por la música, protagoniza desde este martes una exposición inédita en la Filarmónica de París, en la que pinturas, esculturas, poemas sonoros e instrumentos desvelan esta relación.

“Las músicas de Picasso” ofrece una experiencia visual y sonora que explora el imaginario musical del artista, un territorio poco conocido y que pone de relieve la presencia e influencia de la música plural, popular y de vanguardia en su vida.

La idea de este proyecto y las primeras conversaciones con la Filarmónica de París se remontan a 2016, “pronto se asoció el Museo Nacional de Picasso, quien nos animó a incluir la música y rápidamente nos dimos cuenta de que no había habido nunca una exposición sobre este tema”, explicó a Efe la comisaria del proyecto, Cécile Godefroy.

“En el fondo, cuando se habla de arte abstracto, siempre se dice que es música. Si se quiere hablar bien de algo, todo se convierte en música. Creo que por eso no me gusta la música”, comentó en una ocasión el mismo Picasso (1881-1973)

Pero, pese a no ser un melómano, se rodeaba de grandes figuras de la música, como los compositores Eric Satie, Igor Stravinsky o Manuel de Falla. Sin embargo, “su relación con este arte fue mucho más espontánea, la música popular fue la que realmente inspiró su obra”, detalla Godefroy.

Fotografías y películas de la época contextualizan y dinamizan el recorrido por las más de 250 obras expuestas provenientes del Museo Nacional Picasso de París y de colecciones privadas que se podrán ver en el Museo de la Música de la Filarmónica de París hasta el 3 de enero de 2021.

LA BANDA SONORA DE PICASSO

La vida del pintor estaba acompaña de una banda sonora incesante, solía tener predilección por espectáculos como las fanfarrias, las corridas de toros o el circo, donde la música popular era la gran protagonista.

A menudo se reunía con sus amigos poetas, cantantes y compositores en establecimientos de música en directo, testigo de ello fueron bares como el parisino “Le Chat Noir” o “Els Quatre Gats” en Barcelona.

Y es que los cabarets y los cafés concierto de Barcelona y luego de París, sobre todo en la colina de Montmartre en la que se instaló, fueron también elementos muy presentes en su obra y aparecen en la exposición.

El itinerario de la exposición está compuesto por diez salas que, en orden cronológico, relatan cómo su obra está de principio a fin atravesada por la música.

“El canto de los mundos” abre la exposición y a continuación, en la primera sala se pueden observar las primeras escenas de la vida gitana en su Málaga natal.

Otras salas como “El músico arlequín”, “Los instrumentos cubistas”, “La música y la poesía”, “Las amistades musicales” y el protagonismo de “La flauta de pan” en sus obras subrayan el innegable vínculo de su obra con el universo musical.

Un elemento más de esta intensa relación con la música fue su primer matrimonio con la bailarina clásica, Olga Korkhova, aunque la relación se acabara rompiendo.

La última sala recoge los cuadros pintados en la última fase de su carrera (1965-1972), un conjunto de obras llenas de color y rebosantes de vida.

“En toda la obra de Picasso podemos ver su ‘joie de vivre’, su espíritu mediterráneo”, recalca Godefroy.

En esta exposición también se incluyen una veintena de instrumentos musicales que pertenecían al artista y que coleccionaba en sus talleres, como mandolinas, banjos, violines, guitarras, flautas, clarinetes o xilófonos.

“Las músicas de Picasso” forma parte de un ciclo de exposiciones en este museo de la Filarmónica que desde hace 20 años buscan mostrar la historia de las artes visuales desde el prisma de la cultura musical.

Fuente:  EFE