La coreógrafa española La Ribot recibió hoy el León de Oro honorífico de la Bienal de Danza de Venecia y defendió este arte como “un lugar en el que todos podemos existir” en medio de un mundo amenazado por el racismo, la represión y sobre todo la pandemia.
“Esta pandemia me está dejando el corazón helado y por eso voy a hablar en castellano, mi lengua materna, porque hoy tengo frío y esta lengua me da calor”, empezó la bailarina madrileña afincada en Suiza nada más recibir el galardón, visiblemente emocionada.
La Ribot avisó que el coronavirus ha dejado “el peor año para la danza”, con “artistas sin trabajo, sin futuro, artistas inmigrantes, artistas enfermos, artistas niñas solas, artistas niños ahogados, artistas refugiadas y muertas de frío, artistas callados, artistas encerradas, desamparados, artistas vendidas como mercancía”.
Un problema que se añade a otros que, a su parecer, sacuden al mundo, como “un neoliberalismo que avanza salvaje”, dictaduras políticas que “se expanden”, una creciente represión policial, los fascismos y los nacionalismos, los feminicidios que “parecen no tener fin” y “el peligro total” que acecha al mundo transexual.
Ante todo esto su receta es la danza. “Yo me imagino que podríamos estar todos bailando sin parar, todo el rato, todos a la vez, transformándonos continuamente, pasando por todo tipo de experiencias. Partiendo por ejemplo de nosotros mismos”, instó.
Esta disciplina, consideró, es en realidad “un lugar donde todos podemos existir con nuestros cuerpos” y por ende “es muy necesario” creer en este arte como “fuente de conocimiento, saber que crea fuertes lazos entre las personas e inventa mundos mejores”.
La directora de la Bienal de Danza, Marie Chouinard, que no pudo acudir a la ceremonia por la pandemia, celebró a La Ribot como “gran dama extravagante del arte contemporáneo” y una “artista total” por su obra “radical, rigurosa, crítica, híbrida y libertad”.
“Su obra contagiosa actúa fulminantemente sobre el pensamiento, lo obliga a moverse fuera de los cánones, a reorganizar sus puntos de referencia (…) Ella misma es una manifiesto encarnado que se renueva sin parar destruyendo alegremente los preconceptos”, elogió.
El León de Plata de Danza fue entregado a la coreógrafa italiana Claudia Castellucci.
María Ribot (Madrid, 1962) se inició en los años setenta para criticar enseguida las convenciones del ballet. Con esa visión siguió su formación en danza contemporánea en Francia, Alemania y los Estados Unidos, hasta que en 1986 fundó en la capital española “Bocanada” junto a la coreógrafa Blanca Calvo.
En aquel Madrid de la Movida y “underground” La Ribot mezcló la danza con los géneros más de moda en el momento, como el cabaré, el “free jazz”, la música contemporánea o el arte visual.
En 1993, inspirándose en la imagen de una sardina tirada en la calle, creó “Muriéndose la sirena”, la primera de sus conocidas como “Piezas distinguidas”, que hasta este año suman un total de 53 piezas breves, críticas y mordaces agrupadas en cinco series.
Entre 1997 y 2004 se instaló en Londres, adhiriéndose a la corriente de la “performance”, hasta que se trasladó a Ginebra para enseñar y fundar su compañía “La Ribot-Genève”.
Rompedora, provocadora, jugando siempre con el espacio, el tiempo y las artes visuales, La Ribot sigue embarcada en sus “Piezas distinguidas”, una obra e curso con la que continúa experimentando su filosofía coreográfica y su visión política del mundo.
Este León de Oro veneciano se suma al resto de reconocimientos que acumula, como el Premio Nacional de Danza y la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes de España en 2015 o el Gran Premio suizo de la Danza el pasado año.
Fuente: EFE