Cada 21 de octubre, miles de devotos acuden a la iglesia de San Felipe en Portobelo para solicitarle un favor o pagarle un milagro concedido al “Cristo Negro de Portobelo”, igualmente conocido por algunos como “Cristo de los Maleantes”, y este año no es la excepción.

De todos los rincones del mundo van a Portobelo los feligreses, sin embargo, algunos desconocen la historia de este Cristo. Separata Senderos Diocesanos, Panorama Católico comparte con los devotos una breve reseña de este Cristo milagroso.

La leyenda cuenta que la imagen del Nazareno llegó a finales del siglo XVIII, en un barco cuyo destino era Perú, pero por el mal tiempo tuvo que desembarcar en Portobelo.

La narrativa popular mantiene dos vertientes, una indica que unos pescadores hallaron al santo flotando en las aguas del Caribe y otra, que un Galeón con escudo español llegó a tierra firme debido al mal tiempo, con dos imágenes a bordo, una de un Cristo blanco y otra de un Cristo negro.

Cada vez que el barco intentaba zarpar con su carga, se desataba una tormenta que lo impedía. Al cabo de varios intentos, los españoles decidieron dejar al Cristo Negro en Portobelo y pudieron finalmente partir.

La tercera leyenda asegura que la Iglesia de Taboga (una isla del Pacífico), ordenó la imagen de un Jesús Nazareno a un proveedor en España. Por otra parte, la Iglesia de Portobelo le solicitó al mismo artesano una imagen de San Pedro. Se dio una equivocación al enviar las imágenes y el San Pedro terminó en la Iglesia de Taboga y el Nazareno en Portobelo.

Todos los esfuerzos que se hicieron para tratar de subsanar la equivocación resultaron infructuosos, pues siempre sucedía algo que impedía al Nazareno abandonar el pueblo. De esta forma la comunidad interpretó las dificultades como un mensaje divino y desistió de la idea de intercambiar las imágenes.