Cómo potenciar el papel de los bosques azules, es decir, los manglares, praderas submarinas y marismas, en la lucha contra el cambio climático, es lo que discuten desde ayer, lunes 23 de enero, en la ciudad de Panamá cientos de expertos internacionales y representantes de gobiernos de América Latina y el Caribe.
Aunque estas zonas únicamente cubren 0.5% del lecho marino, se estima que capturan y retienen más del 50% de todo el carbono que se almacena en los sedimentos oceánicos (carbono azul).
La reunión, que se prolonga hasta el 26 de enero, busca consensuar un ‘libro blanco’ de recomendaciones para la implementación de proyectos de bosques azules y carbono azul en la región.
Félix Wing, secretario general del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), expresó durante su presentación que es necesario ‘impedir la pérdida y facilitar la recuperación de estos ecosistemas’, ya que entre 2 y 7% se pierde anualmente en el mundo.
Ecosistemas como los manglares, que ocupan 15.2 millones de hectáreas, es decir, 0.4% de la superficie forestal mundial, no sólo tienen la capacidad de secuestrar carbono y proteger el suelo de la erosión y eventos naturales extremos, sino que además albergan una gran biodiversidad marina.
‘En República Dominicana, 50% de la cobertura de manglares se ha reducido desde los años 80 por el desarrollo costero turístico y la agricultura’, explicó Patricia Abreu, viceministra para la Cooperación y Asuntos Internacionales del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales del país isleño.
Por su parte, el director de ONU Medio Ambiente América Latina y el Caribe, Leo Heileman, subrayó que destruir estos ecosistemas ‘redundará en daños económicos en el futuro, ya que se perderán recursos pesqueros vitales para el sustento de las comunidades costeras’.
El libro blanco que resulte de la reunión se centrará específicamente en las lecciones aprendidas del Proyecto Bosques Azules del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, GEF, y ONU Medio Ambiente, y la necesidad de comunicar el valor de los bosques de la región a los decisores políticos y otras contrapartes.
Igualmente incluirá la perspectiva de las comunidades y el desarrollo de una red regional con la capacidad científica existente y profesionales que desarrollen los proyectos.