A sus 93 años, Claribel Alegría estaba profundamente dormida en su casa de Managua cuando su enfermera la despertó para darle la noticia de que le habían otorgado el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en su 26º edición, que reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo y su aportación relevante al patrimonio cultural común. Lo concede la Universidad de Salamanca y el Patrimonio Nacional de España y está dotado con 42.000 euros.
En el teléfono sonaron risas: “¡Estoy tan feliz! No me lo esperaba”, dijo Alegría. “Esta es una enorme sorpresa, porque el Reina Sofía es de los mejores premios que puede recibir un escritor”, agregó. “Es una muestra de amor de parte de toda la gente”.
Claribel Alegría (Estelí, Nicaragua; 1924) es considerada una de las principales voces de la literatura latinoamericana y en especial de Centroamérica. Junto a Ernesto Cardenal es una de las grandes poetas nicaragüenses. Cardenal recibió el Premio Reina Sofía en 2012.
Alegría es autora de una vasta obra que incluye también historia, novela y ensayo, en los que hay una marcada denuncia social o reconstrucción de la historia reciente de Nicaragua, como es el caso de Somoza, expediente cerrado, sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle, asesinado por un comando sandinista en Paraguay, una obra la escribió junto a su esposo Darwin J. Flakoll, fallecido hace 20 años.
En la obra de esta poeta son habituales las alusiones mitológicas y se consideró un reflejo de la Generación comprometida, la corriente literaria que se impulsó en Centroamérica en los años de 50 y 60, algo que ella rechaza: «Es muy tremendo decir poesía comprometida porque la poesía yo no la quiero poner al servicio de nada», recordaba Alegría en una entrevista con este periódico en 2015. Los poemas que la gente consideraba políticos, decía, eran solo de «amor» a sus pueblos.