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La medicina y la propia historia de la humanidad son las protagonistas del Museo de Farmacia portugués, que recorre más de 5 mil años de historia para mostrar cómo el hombre ha buscado la cura a sus enfermedades a lo largo de los siglos.

Los primeros microscopios, medicamentos usados en el desembarco de Normandía en 1944 o en misiones espaciales están entre los cerca de 17 mil objetos de este museo, con sedes en Lisboa, inaugurada en 1996, y en Oporto, en 2010.

Con este extenso acervo se realiza un viaje de 5.000 años para dar a conocer cómo «cada civilización y cada cultura combatió la enfermedad», dijo a Efe el director del museo, João Neto.

Desde Mesopotamia a la exploración del espacio, se pretende así «homenajear y contar la historia del hombre», sostiene Neto. El director resalta la «diversidad» de la colección del museo y agrega que, a pesar del nombre de «farmacia», esta institución aborda en sí «la historia de la salud». 

Son varias las culturas presentes en la impresionante exposición permanente del museo, tales como la egipcia, la griega, la romana, la azteca o la maya, entre muchas otras, civilizaciones en las que la medicina estaba intrínsecamente ligada al ámbito divino.

Este cariz está presente en muchos de los objetos del museo, ya que en aquel momento se creía que las enfermedades «eran ataques por parte de los dioses», por lo que la salud dependía según esta visión «de una buena relación» con las deidades, dijo el director.

Uno de los elementos que representa esta relación con lo divino es el sarcófago egipcio que recibe al visitante en la muestra permanente de la institución en Lisboa y que, según Neto, estaba destinado a que «ese cuerpo tenga salud en el viaje que realizará hasta el paraíso».

«El propio combate a la enfermedad muchas veces también se produce a nivel espiritual, está en otra dimensión», afirma el director, que sostiene que el museo aborda ese aspecto, puesto que es esencial para contar la «visión completa» de esta lucha.

En esta línea, varias piezas del Museo de Farmacia luso aluden incluso a supersticiones antiguas, tales como un largo «cuerno de unicornio» que es en realidad un diente de narval, un cetáceo que se encuentra en los mares de los océanos Atlántico y Ártico.


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