El arribo de la mariposa Monarca (Danaus plexippus) a la reserva de la biósfera que lleva su nombre y que une los estados de México y Michoacán motiva a miles de turistas nacionales y extranjeros a visitar los santuarios mexicanos donde hibernan estos extraordinarios insectos.
En estos bosques, un asombroso espectáculo digno de ser admirado son los racimos de monarcas que penden de oyameles, pinos y encinos, mientras un cielo naranja se despliega sobre las cabezas de los paseantes cuando al unísono miles de estos insectos alzan el vuelo y el sonido de su aleteo rememora la lluvia.
El fenómeno natural del arribo de la Monarca ha impulsado el desarrollo económico de la región al recibir más de 150,000 visitantes cada temporada. El turismo ecológico se ha convertido en la principal actividad, ya que con anticipación a la masiva llegada del insecto, las comunidades de la región se preparan con el propósito de ofrecer visitas guiadas, transporte y servicios adicionales en los santuarios, tales como la renta de caballos y bicicletas, o la venta de alimentos y artesanías, entre otros.
Mientras tanto, millones de mariposas Monarca realizan su portentoso viaje que inicia en Canadá y atraviesa Estados Unidos en un recorrido de más de 100 kilómetros diarios durante un mes, hasta arribar a los apacibles santuarios mexicanos que las protegen de eventos climáticos extremos y les permiten acumular las grasas que les servirán de combustible en la migración de regreso.
Su trayecto de aproximadamente 4 mil kilómetros los lleva a los bosques donde hibernaron sus ancestros de cuatro generaciones, usando un sofisticado sistema de navegación basado en la luz del sol que las orienta hacia la reserva de la biósfera.