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En la década de los 60, los científicos empezaron a encontrar grandes fragmentos de plástico en el interior de los animales, pero no es hasta 50 años después que se percataron de que también se podían hallar microplásticos. Desde entonces, peces, aves marinas e invertebrados como las ostras, que se alimentan por filtración, han sido víctimas de la ingestión de estos materiales.

Ahora, un equipo de la Universidad de Florida Central confirma la presencia de microplásticos en el sistema digestivo de aves rapaces como halcones, águilas pescadoras y búhos y los cuantifica por primera vez. Los resultados se han publicado en la revista Environmental Pollution.

Aunque hasta el momento estas aves no habían podido ser analizadas en profundidad por su estado de protección, los científicos pudieron examinar a 63 de ellas de nueve especies diferentes, gracias a la ayuda del Centro Audubon para Aves Rapaces de Maitland, en Florida, que recupera las aves heridas.

Los investigadores exploraron las aves procedentes del centro de Florida que llegaron muertas al centro o que perecieron a las 24 horas de su llegada. Gracias al uso de microscopios y espectroscopia, los expertos detectaron microplásticos en los estómagos de todas ellas, con un total de 1.200 piezas.

El hallazgo de estos materiales en el cuerpo de las aves rapaces resulta especialmente importante porque estas especies son esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas. La acumulación de microplásticos en sus sistemas digestivos podría provocar envenenamiento, inanición y muerte.

“Las aves rapaces son los principales depredadores en el ecosistema y al cambiar la población o el estado de salud del depredador superior, altera por completo a todos los animales, organismos y hábitats que están por debajo de ellos en la red alimentaria”, subraya Julia Carlin, autora principal del estudio y científica en el departamento de Biología de la universidad estadounidense.

 

Fuente:  ECOticias


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