Apoyado en las ramas de un árbol, a 40 metros del suelo, Nicolas Moulin inspecciona el horizonte con sus prismáticos de entomólogo en busca de un insecto muy preciado, oculto en la selva de color esmeralda. Se trata de la Papilio antimachus, la mariposa más grande de África, casi desconocida por la ciencia. Desde su descubrimiento en 1782, nadie ha logrado encontrar la oruga y la crisálida de este insecto venenoso que puede alcanzar un tamaño de 20 a 25 centímetros.
Para acabar con el halo de misterio de esta mariposa, una expedición francesa, formada por una veintena de científicos y financiada con fondos privados, se instaló en el sur de la República Centroafricana, en medio de la selva de la cuenca del río Lobaye. “Es una zona de caza en que las mariposas macho vienen a beber sales minerales en el río y las capturan para venderlas a coleccionistas o hacer cuadros con ellas”, explica Moulin. Los cuadros con alas de mariposas son un objeto de artesanía del que viven muchos cazadores en República Centroafricana y cuyo precio alcanza los 1,500 euros (1,600 dólares).
Las mariposas macho que vuelan cerca del suelo son muy preciadas por sus extensas alas naranja con rayas negras. Pero las hembras resultan bastante más difíciles de encontrar, ya que viven en la parte superior de los árboles donde recogen el néctar de las flores expuestas al sol.
AFP