La técnica del bordado en bastidor, que llegó a tierras bolivianas con la colonia española, ha sido adaptada por los indígenas, que aprendieron primero a aplicarla en ropajes religiosos como los mantos de vírgenes y santos para usarla luego en los vistosos trajes de danzas como la Diablada o la Morenada. Este paso de lo religioso a lo festivo, así como los secretos de esta técnica, se plasman en «Bordados, las qillqas del cuerpo y del alma», una exposición inaugurada esta semana en el Museo Nacional de Etnografía y Folclore (Musef) en La Paz.
La palabra aimara y quechua «qillqa» expresa el concepto de que un objeto es algo que tiene presencia y en el caso de la muestra hace referencia al poder de los trajes festivos y su capacidad de transformar «la ausencia en presencia», según detalla el Musef. El bordado ha estado presente en la cultura boliviana desde la época preincaica y se nutrió con materiales y técnicas, como la que centra la exposición, durante la colonia, señala el museo. La muestra permanecerá en el Musef durante tres meses.
EFE