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La capacidad de oler es fundamental para el salmón, ya que depende del olor para evitar a los depredadores, olfatear presas y regresar a los arroyos donde nacieron para engendrar y morir. Una nueva investigación de la Universidad de Washington y el Centro de Ciencias Pesqueras del Noroeste de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos muestra que este poderoso sentido del olfato podría estar en problemas a medida que nuestro océano continúa absorbiendo las emisiones de carbono. La acidificación del océano está cambiando la química del agua y disminuyendo su pH. Específicamente, los niveles más altos de dióxido de carbono, o CO2, en el agua pueden afectar a las formas en que el salmón coho procesa y responde a los olores. «Los salmones utilizan su nariz para muchos aspectos importantes de su vida, desde la navegación y la búsqueda de alimentos hasta la detección de depredadores y reproductores.

Por eso, era importante para nosotros saber si el salmón se vería afectado por las futuras condiciones de dióxido de carbono en el ambiente marino». afirma el autor principal, Chase Williams, investigador postdoctoral en el laboratorio de Evan Gallagher, en el Departamento de Ciencias Ambientales y de Salud Ocupacional de la Universidad de Washington. El estudio, que se publica en la edición digital de este martes de la revista ‘Global Change Biology’, es el primero en demostrar que la acidificación de los océanos afecta al sentido del olfato de los salmones coho, según sus autores. El trabajo también adopta un enfoque más integral que la investigación anterior con peces marinos al observar en qué parte del sistema sensorial-neural se erosiona la capacidad de oler de los peces y cómo esa pérdida de olor cambia su comportamiento.

ECOticias


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