El Museo Carmen Thyssen de Málaga (sur) se remonta en su nueva exposición temporal al momento de las vanguardias históricas en el que el dibujo alcanzó autonomía e independencia y superó la simple condición de boceto o estudio preparatorio para convertirse en una obra de arte por derecho propio.

A través de veintisiete obras sobre papel pertenecientes a los fondos de la Fundación MAPFRE, la Sala Noble del Museo ofrece una visión de “lo efervescente que fueron aquellos treinta años en el arte occidental”, de 1910 a 1945, ha señalado la directora artística de la pinacoteca y comisaria de la exposición, Lourdes Moreno.

Se trata de una exposición “densa”, porque en escasos metros hace convivir a grandes maestros como Picasso, Dalí, Julio González, Gris, Grosz, Hugué, Maruja Mallo, Matisse, Miró, Benjamín Palencia, Francis Picabia o Torres-García, y sus respectivas tendencias artísticas también conviven como lo hicieron en aquellos años turbulentos para el arte.

Está el cubismo de Picasso, de Alexander Archipenko o de Ismael González de la Serna, en unos años en los que se produce “una gran proliferación de técnicas dentro del dibujo, que hasta el siglo XX había sido solo un medio auxiliar”, ha explicado la comisaria en un recorrido por la exposición.

También está presente el expansionismo del uruguayo Rafael Barradas, quien se preocupó del movimiento que generaba el color, mientras que Henri Matisse consigue en un dibujo, solo con la línea, otorgar volumen a las formas.

Como representante del expresionismo alemán se puede contemplar una obra de George Grosz en la que realiza una crítica al ambiente opresivo durante la República de Weimar y a la hipocresía de la burguesía de su país en ese momento.

Albert Gleizes, considerado el teorizador del cubismo, queda impresionado por los rascacielos de Nueva York a su llegada a esta ciudad y los representa en clave cubista en un dibujo de 1916, y Francis Picabia participa en la exposición con una pieza de su dadaísmo abstracto.

Otros movimientos que podrá contemplar el espectador son el cubismo órfico de Sonia Dealunay, a Laszlo Moholy-Nagy como representante de la Bauhaus o a un Francisco Bores que, en su figuración lírica, muestra “más versatilidad en sus dibujos que en sus óleos”, según Moreno.

Del uruguayo Torres-García se observa su búsqueda de un lenguaje universal a través del constructivismo, en el que crea sus propios símbolos y signos.

La exposición dedica una sección al surrealismo, con un Julio González que ofrece su respuesta airada a la Guerra Civil española con un dibujo de una figura con peso y volumen, en la que se nota la mano de un escultor como él, que dijo que “dibujaba en el espacio”, ha recordado la comisaria.

Otro español, el pintor Benjamín Palencia plasma una figura femenina desestructurada, al mismo tiempo una diosa del sexo y un personaje desmembrado, en el que se observa la influencia de Picasso, y Joan Miró ahonda en una iconografía propia.

Por su parte, de Dalí está un dibujo preparatorio para un óleo del que forman parte elementos iconográficos del artista ampurdanés como el ciprés -para él, un símbolo fálico- o los relojes blandos.

Fuente:  EFE