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El manto blanco de los glaciares cada vez es menor por la crisis climática en el planeta, a lo que en Bolivia se sumará el negro hollín que dejó el devastador incendio de la Chiquitania, que acelerará el deshielo.

Efe visitó el imponente nevado Huayna Potosí a 6.088 metros de altitud, uno de los más emblemáticos de Bolivia, para conocer el impacto de la crisis climática en su glaciar.

«Hace diez años estaba el glaciar con más nieve, pero ahora siempre está cambiando», relató a Efe el guía de montaña Eulogio Llusco. El veterano guía, que lleva 25 años subiendo montañas y que ascendió ese nevado más de setecientas veces, contó que en este último tiempo el glaciar «ha cambiado mucho» y cada vez hay menos nieve.

Al problema global por el calentamiento del planeta se suma en Bolivia el desastre de los grandes incendios de este año. A través del viento viajan partículas de «carbono negro» producto de los incendios de agosto en el este del país, que arrasaron con millones de hectáreas de bosques y pastizales, explicó a Efe el responsable para Bolivia del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares (WGMS, en sus siglas en inglés), Álvaro Soruco.

Esas partículas de carbono negro, más conocidas como hollín, tienen la capacidad de absorber la luz solar, lo cual influye en la aceleración del derretimiento de los glaciares. «Cuando hay más partículas de carbono negro que se depositan en los glaciares, la fusión (derretimiento) incrementa porque un glaciar absorbe mayor cantidad de energía», detalló el investigador. Estas partículas viajan a través del viento o también por la lluvia, se depositan en los picos de los nevados y pueden tener un efecto a futuro en la frecuencia e intensidad de las lluvias y justamente en el aceleramiento del deshielo.

EFE


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