El 22 de julio de 2011, Anders Behring Breivik cometió un doble atentado: primero hizo estallar una bomba en un complejo gubernamental de Oslo y luego en el campamento de las Juventudes Laboristas en la isla de Utøya, causando en total 77 muertes. El artefacto explosivo dañó gravemente el complejo gubernamental, con murales de Pablo Picasso. El edificio central y el «Bloque Y» contienen cinco murales fruto de la colaboración entre Picasso, autor de los diseños, y el noruego Carl Nesjar, hechos con la técnica de chorro de arena y considerados los primeros de carácter monumental ideados por el artista español.

El Gobierno quería derribar toda la edificación pero, tras fuertes críticas de varios organismos, anunció hace unos años el proyecto definitivo, que incluye preservar el edificio central y demoler el «Bloque Y», que fue propuesto meses antes para la lista de patrimonio nacional.

El Ayuntamiento de Oslo dio luz verde al proyecto, pero faltaban por resolver las reclamaciones presentadas por colegios de arquitectos y grupos de conservación del patrimonio al gobernador antes de iniciar la demolición y el traslado de los murales.

Según publican algunos medios noruegos, trabajadores del MoMA de Nueva York habrían escrito una carta al primer ministro noruego, Erna Solberg, y al ministro de medio ambiente, Sveinung Rotevatn, en la que muestran su preocupación por la demolición del edificio pidiéndoles que «reconsideren la decisión», pues no solo constituiría una pérdida significativa del patrimonio arquitectónico noruego, sino que sería muy difícil salvar los murales para colocarlos en otro lugar.

Al parecer, ya han comenzado a perforar el edificio. «Es preocupante ya que una vez que comiencen a mover el mural, se romperá. Nadie ha explicado cómo lo harán. El arte es la pared», dice Gro Nesjar Greve, la hija de Carl Nesjar, a «The Art Newspaper».

Mientras tanto, una petición que exige la preservación del Bloque Y de Oslo ha cosechado más de 47.000 firmas. «Justo antes del ataque [terrorista] en 2011, la Dirección del Patrimonio Cultural estaba a punto de proteger ambos edificios. Los expertos, dentro y fuera de Noruega, constatan su valor inconmensurable e intentan convencer al gobierno de que detenga los planes de demolición. Sin ningún éxito«, dice la petición, que fue lanzada por un grupo local.

Voces en contra del derribo

A finales del año pasado, el gobernador provincial de Oslo, última instancia en el proceso administrativo, pidió al Gobierno reconsiderar el derribo. «A pesar de que ahora hay una decisión jurídica final que permite el derribo, lamentaría mucho una rápida e irreparable implementación de la misma sin que el ministerio o el gobierno haga un nuevo análisis de las sólidas objeciones», constaba en el texto. El fallo al que hace referencia rechaza las quejas sobre un deficiente estudio del impacto medioambiental y la invalidez del plan porque el derribo se ajusta a la normativa y el gobernador no tiene autoridad para anular un proyecto estatal, aunque ha pedido estudiar de nuevo el caso.

El dictamen aludía a la oposición de las oficinas de defensa del patrimonio de Noruega y Oslo, colegios de arquitectos, la comisión noruega para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco); el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y Europa Nostra.

«Estoy contenta de que el gobernador confirme que el derribo es válido y que ahora podamos seguir con el plan de construir un nuevo complejo abierto, seguro y verde», señalaba entonces la ministra de Administración Local, Monica Mæland, quien rechazó que haya argumentos nuevos para hacer otro estudio.

Una gran tragedia

Colectivos culturales noruegos calificaban el derribo de «tragedia» y como la «pérdida» más grande para la cultura noruega desde 1945, y alertaban del riesgo de daño de los murales. Se mostraban muy críticos con la decisión de almacenarlos cinco años en cajas cerradas hasta que sean colocados en alguno de los nuevos edificios del complejo. «Son un ejemplo de arte integrado. El arte está integrado en la ciudad, es una parte de nuestra cultura. Cuando arte y arquitectura se separan dejan de ser lo que eran», explicaba a Efe Kristin Notø, de la Oficina de Patrimonio de Oslo.

Para intentar preservarlo, Notø, junto a Maria Zachariassen, comenzaron una serie de sentadas semanales frente al edificio. Además, crearon una petición en change.org apoyada por un grupo de Facebook, denominado «Acción de apoyo para preservar el bloque Y», así como diferente «merchandising», como bolsas y pines.

Fuente: ABC