Los personajes más populares de Plaza Sésamo acompañarán a niños y niñas venezolanos de cero a cinco años en las rutas migratorias para apoyar su educación y desarrollo psicoemocional en medio de situaciones de riesgo como una migración obligatoria, como la que han sufrido millones de familias venezolanas en los últimos años.

Abelardo, Lola y otros personajes de la popular serie Plaza Sésamo acompañarán a los niños migrantes más pequeños con herramientas de aprendizaje y apoyo emocional a lo largo de su viaje.

Lo harán a través de una herramienta llamada Jardín Sésamo, un aparato desarrollado por Sesame Workshop —la ONG global que esta detrás del programa de TV y cuyo objetivo es promover la educación para niños— que envía una señal wifi a teléfonos inteligentes y comparte contenidos para los niños y niñas de 0 a 5 años.

Jardín Sésamo es “una cajita” que trasmite una señal wifi local para enviar a teléfonos inteligentes y que los padres puedan descargar contenidos de manera gratuita para sus hijos, así no tengan conexión a internet, le dijo a CNN en Español Brenda Campos, directora de Impacto Social de Sesame Workshop para Latinoamérica.

“Hemos encontrado que en su mayoría las familias cargan con al menos un celular por familia. Entonces ahí fue cuando pensamos que había el potencial de aprovechar esta herramienta con la que ya cargaban para poderles brindar esos contenidos”, dijo Campos.

Jardín Sésamo estará en las rutas migratorias en lugares como centros de salud, centros de espera, comedores comunitarios o donde haya concentración de familias venezolanas inmigrantes. Las personas se conectan a esa señal y descargan contenidos —que pueden llevar consigo para cuando no tengan internet— como actividades de juego, experiencias, libros de cuentos, entre otros para potenciar el aprendizaje y enseñar la resiliencia emocional en estas cuestiones.

Las herramientas estarán presentes en donde se ha identificado gran número de inmigrantes venezolanos: En Brasil estará en Boa Vista, Manaos, Pacaraima; en Perú están en Lima, La Libertad y Tumbes. Y en Colombia, en Cúcuta, Villa del Rosario (Norte de Santander), y en los departamentos de Guajira y Magdalena, todos en el norte del país, cerca de la frontera con Venezuela.

“Nos interesa mucho el preescolar y la primera infancia porque son los años fundacionales de las niñas y niños”, dijo Campos. “Es donde podemos generar hábitos y desarrollar aquellas habilidades que van a ayudarles a crecer fuertes e inteligentes y amables. Y nos interesa en lo particular, llegar a los niños y niñas más vulnerables”.

Según la directora de Impacto Social de Sesame Workshop para Latinoamérica, “el 97% de los recursos humanitarios a nivel global” se destinan a la atención primaria para los migrantes, pero no a la educación.

La educación y las emociones de los niños

Durante años, las imágenes de migrantes venezolanos saliendo de su país buscando mejores oportunidades fuera de su lugar de origen han recorrido el mundo. Padres, madres, con hijos de todas las edades, han recorrido largos caminos para encontrar un nuevo hogar.

A la fecha, 5,4 millones de venezolanos son refugiadas e inmigrantes en todo el mundo, según cifras de Acnur, la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados. Todos ellos huyen de “la violencia, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales”, siendo esta “una de las principales crisis de desplazamiento del mundo”, según Acnur.

Foto de archivo: una familia de migrantes venezolanos atraviesa hacia Pacaraima, en el estado de Roraima, en la frontera entre Venezuela y Brasil, para buscar refugio, en febrero de 2019. (Crédito: NELSON ALMEIDA/AFP via Getty Images)

Muchos de ellos han recorrido rutas migratorias a través del continente con hijos en brazos buscando mitigar sus necesidades básicas en países cercanos como Brasil, Colombia y Perú. Y si bien, las primeras necesidades —como techo, comida y abrigo— son cubiertas por las ONG, gobiernos y centros de refugio, según Campos, hay una parte, que bien podría llamarse “secundaria” para las necesidades de un inmigrante y está en gran parte desatendida: la educación y el desarrollo psicoemocional de niños de cero a cinco años, un grupo etario que “está teniendo un crecimiento más acelerado”, según Campos.

“Hay retrasos académicos o períodos prolongados que han estado fuera de la escuela”, agrega. “Entonces hay un tema de poder acceder o de poder acompañar el aprendizaje, de poder regularizar o apostarle a apoyar en esta brecha que se ha generado en la parte educativa”.

Según la organización, “las familias en tránsito carecen de acceso a recursos educativos que apoyen el aprendizaje de los niños” y la pandemia de covid-19 “ha exacerbado muchas de las vulnerabilidades que enfrentan las familias migrantes venezolanas y ha aumentado la demanda de servicios de desarrollo de la primera infancia que se pueden brindar de forma remota”.

Y los personajes de Plaza Sésamo también acompañarán a los niños más pequeños de las familias a manejar sus emociones.

“Hay niños que salieron de casa que a lo mejor están viendo a los padres en una situación de estrés, que ellos mismos están sintiendo la situación de estrés. Y, ¿cómo manejas esa parte emocional?, ¿cómo asimilas el cambio? Entonces eso es lo que estamos viendo, que tenemos esas dos grandes necesidades atender la parte socioemocional y la parte de aprendizaje y desarrollo”, agrega Campos.

Foto de archivo. ​Una migrante venezolana alimenta a su hijo mientras pide ayuda en las calles de La Paz, Bolivia, en diciembre de 2019. (Crédito: AIZAR RALDES/AFP via Getty Images)

La organización también presentó una herramienta para los cuidadores de los niños: un chatbot que brinda herramientas para que los padres u otros adultos puedan descargar herramientas para enseñarles a los niños sobre pensamiento matemático, autorregulación, regulación o reconocimiento de emociones. Para usar esta herramienta sí es necesario una conexión a internet.

Plaza Sésamo y otros personajes

Si bien la migración de familias venezolanas es uno de los puntos calientes de la región, existen otros lugares donde Sesame Workshop espera llegar para atender las necesidades educativas de niños migrantes en el norte del continente, como Guatemala, Honduras, El Salvador y México, con migrantes que buscan llegar a EE.UU.

Esta no es la primera vez que los integrantes de Plaza Sésamo llegan a apoyar necesidades de los niños migrantes. Según Campos, también han estado presentes en rutas migratorias de sirios en el Líbano, Turquía e Iraq, así como en Bangladesh con los rohinyás. En este último, Plaza Sésamo desarrolló dos personajes de dos niños rohinyás. Y hay otros personajes no conocidos en América Latina, pero que se desarrollan según el contexto.

Foto de archivo. Un niño abraza dos muñecos, uno de ellos, con Enrique (Ernie, en inglés) de ‘Plaza Sésamo’. El niño es un desplazado sirio en un refugio en Niyarah, en la zona controlada por los rebeldes en la provincia siria de Alepo, cerca de la frontera turca, el 21 de febrero de 2021. (Crédito: BAKR ALKASEM/AFP via Getty Images)

Por ejemplo, en Sudáfrica, Plaza Sésamo desarrolló un personaje que es VIH positivo para” reflejar la realidad de las niñas y niños” en ese país, según Campos.

El programa de televisión, que fue lanzado en América Latina en 1972, ha incluido diferentes personajes como un niño con autismo, sus personajes se unieron a la lucha contra el virus del Zika en 2016, una familia de padres homosexuales y, en 2019, presentaron a un personaje, Karli, que se mudó con una familia temporal. ¿La razón? Su mamá lucha contra la adicción.

Fuente: CNN Español