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La actriz simula una pistola con su mano, apunta contra una cámara de vigilancia imaginaria y dispara. En China, los directores de teatro tratan de estirar los límites de la censura con creaciones innovadoras.

Muchos trabajan fuera de los circuitos tradicionales: en espacios públicos, galerías de arte, museos, cafés. En estos lugares, las autoridades son menos vigilantes con los contenidos.

«En China, tener un espíritu rebelde puede ser peligroso. Si un artista se busca problemas, todo el mundo se va a apartar», explica Wang Chong, para justificar esta estrategia.

Wang habla con la AFP con motivo del Festival de Teatro de Wuzhen (este), una cita prestigiosa organizada en esta ciudad situada a 100 km al suroeste de Shanghái conocida por sus antiguos canales.

Para los directores, actuar fuera de teatros permite evitar las exigencias de los servicios de censura que tienen que aprobar los textos.

Numerosos teatros en China proponen obras modernas contemporáneas, en general, de autores occidentales, aunque las historias de la época imperial y de la epopeya comunista siguen siendo las más representadas.

Sin embargo, «si queremos evocar problemáticas sociales profundas, siempre hay una forma de eludir las reglas», dice Wang Chong.

Su última obra, una denuncia de la vídeovigilancia omnipresente en el país, ha sido interpretada al aire libre en Wuzhen durante el festival.

Su particularidad es que los actores fueron elegidos al azar entre el público. Todos los diálogos se los dictaban a través de audífonos.

AFP

 


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