España tendrá desde mañana un gran vigilante espacial. Al filo de las tres de la madrugada, el satélite SEOSAT-Ingenio, liderado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, será lanzado a bordo de un cohete Vega desde Kourou, en la Guayana Francesa.
Ingenio, el mayor proyecto espacial en el que se haya embarcado la industria nacional, será capaz de tomar imágenes de la superficie terrestre con una impresionante resolución de 2,5 metros. Estas fotografías tendrán múltiples aplicaciones en cartografía, el control de las cosechas, el desarrollo urbano y la gestión del agua, además de seguir la evolución de emergencias como inundaciones, incendios o terremotos.
Tras un vuelo de 122 minutos, el satélite, una especie de hexágono de un metro por un metro comparable en tamaño con una furgoneta pequeña, se separará a una altitud aproximada de 670 kilómetros para posicionarse en órbita y comenzar a girar sobre la Tierra más de 14 veces al día. Poco después del lanzamiento, establecerá las comunicaciones con el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Darmstadt (Alemania), donde los equipos monitorizarán su vuelo durante los primeros días en el espacio. Esa será la fase más arriesgada de la misión, en la que los ingenieros deberán ir encendiendo sistemáticamente todos sus instrumentos clave e ir probando sus funciones básicas. Además, la Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA) supervisará el riesgo de colisión del artefacto con la basura espacial, ya que entrará en una de las autopistas espaciales más transitadas.
Después, el control de la misión se pasará al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial español (INTA), que asumirá las operaciones rutinarias desde su estación madrileña de Torrejón de Ardoz. Eva Vega, directora del departamento de Programas Espaciales en el INTA, no disimula los nervios y la emoción ante el lanzamiento de la misión. «Ayer le dieron luz verde, pero el tiempo puede cambiar y que todo se detenga a tan solo unas horas. Esperemos que todo salga bien», afirma.
Del castrato al cambio climático
El proyecto SEOSAT-Ingenio (las siglas hacen referencia a «Satélite Español de Observación de la Tierra») ha costado alrededor de 200 millones de euros. Ha sido financiado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y su realización ha estado a cargo de un consorcio industrial de empresas españolas, entre ellas Airbus Defence and Space, como principal contratista industrial del satélite, y SENER e INDRA, responsables de la carga útil y el segmento terrestre.
El elemento más importante a bordo es una cámara dual de alta resolución, que le permitirá tomar imágenes de cualquier punto de la superficie de la Tierra cada tres días. «Sus dos cámaras idénticas podrán captar 55 km de un solo vistazo y 2,5 millones de kilómetros cuadrados cada día», explica Vega. Esto será especialmente útil para la elaboración de mapas de desastres naturales impredecibles, como inundaciones, incendios forestales y terremotos, al tiempo que ayudará a comprender el cambio climático, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad.
Igualmente, Ingenio vigilará el uso del suelo, apoyará la producción cartográfica, ayudará a gestionar el agua de manera más eficaz, monitorizará el estado de los cultivos durante la temporada de crecimiento, evaluará los efectos de las sequías y ofrecerá información para la agricultura de precisión. También seguirá el crecimiento urbano y ayudará en el control de fronteras. Las principales áreas de observación son el territorio español, Europa, Iberoamérica y el norte de África. «En realidad, los satélites están en nuestro día a día -apunta la responsable en INTA-, por ejemplo, la información que consultamos en el catastro viene de un satélite».
La que produzca Ingenio estará a disposición de distintos usuarios civiles, institucionales y gubernamentales de España, aunque también podrá ser utilizada por otros usuarios europeos dentro del programa Copernicus de la UE y del Sistema Mundial de Sistemas de Observación de la Tierra (GEOSS). El satélite tiene una vida útil de siete años, pero probablemente fotografiará la Tierra durante una década.
Fuente: ABC Ciencia