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Una botella de plástico yace en la arena de la playa donde desemboca el último aliento de las olas del Mar Caribe, en el estado venezolano de Vargas. Un metro más allá un bote de desodorante, una tapa de algún envase: todo parece el vómito de unas aguas cansadas de que las tomen por vertedero. Aunque fueron distintos los caminos que siguieron todos esos desechos, la realidad es una sola, están allí, o estaban, porque un grupo de voluntarios, todos muy jóvenes, los retiró del lugar junto a otras seis toneladas de residuos reciclables que ahora serán transformados.

Se trata de «Protect Paradise» (Proteger el paraíso), una iniciativa reciente, conformada por estudiantes universitarios, que busca limpiar los más de 2.000 kilómetros de costa que tiene el país caribeño para «ser parte de la solución» al «problema» ambiental, un tema casi banal en este territorio que atraviesa una severa crisis económica.

Convencida de la importancia de esta tarea, la joven Lustay Franco dice a Efe que la emergencia climática tiene que convertirse en una prioridad en Venezuela, un país petrolero que tiene una de las mayores biodiversidades del mundo y muy pocos recursos destinados para su preservación.

Para ello, «Protect Paradise» incluye en sus jornadas conversaciones con los ciudadanos que persiguen la «concienciación» sobre la importancia de recoger los desechos y, siendo ambiciosos, de que cada uno separe sus residuos y se apunte al reciclaje.

 

EFE


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