Investigadores daneses han secuenciado el genoma de un narval, la ballena ártica famosa por el colmillo con forma de cuerno que sobresale de su frente. Su trabajo, que se publica este miércoles en la revista ‘iScience’, encuentra que, en comparación con otros mamíferos marinos del Ártico, los narvales tienen baja diversidad genética, lo que generalmente indica que una especie está luchando. Sin embargo, las poblaciones de narvales suman cientos de miles.
Históricamente, la baja diversidad genética ha sido considerada como la sentencia de muerte de una especie porque se pensaba que cuando los miembros de una especie tienen menos variaciones de ADN para la acción de la selección natural, tendrían dificultades para adaptarse a los cambios en su entorno. Pero esta investigación sugiere que podría ser más complicado que eso.
«Existe la idea de que para sobrevivir y ser resistente a los cambios, se debe tener una alta diversidad genética, pero luego está esta especie que durante el último millón de años ha tenido una baja diversidad genética y todavía existe, y en realidad es relativamente abundante», subraya la pofesora Eline Lorenzen, conservadora del Museo de Historia Natural de Dinamarca. Actualmente, la estimación de la población de narvales los ubica en alrededor de 170.000 individuos, lo suficiente para cambiar el estado de la Lista Roja de la UICN de ‘Casi Amenazado’ a ‘Preocupación Menor’ el año pasado.
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