La transmisión por aerosoles del nuevo coronavirus sigue planeando en el debate científico. Desde que un nutrido grupo de expertos estadounidenses afirmara que existían « abrumadoras pruebas» de que el SARS-CoV-2 se transmitía a través de las minúsculas gotas que quedan suspendidas en el aire después de que estornudemos, tosamos o incluso hablemos, muchos han sido los estudios que han apuntado a esta vía como la explicación más plausible a la rápida expansión del Covid-19 por el mundo. De hecho, el Ministerio de Sanidad recomendaba hace unas semanas la correcta ventilación de los espacios cerrados para evitar este tipo de contagios, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud se resiste a señalarla como la más importante. Ahora, un informe elaborado por reputados expertos españoles -y encargado por el Ministerio de Ciencia e Innovación- viene a apuntalar aún más esta teoría: existe «evidencia significativa sobre la transmisión de SARS-CoV-2 por aerosoles» y que esta sea «la forma más habitual de contagio».

Los expertos Antonio Alcamí, Margarita del Val, Miguel Hernán, Pello Latassa, José Luis Jiménez, Xavier Querol, Ana Robustillo, Gloria Sánchez y Alfonso Valencia firman el documento, en el que recogen y discuten las pruebas a favor y en contra del contagio por aerosoles, fallando a favor de la importancia de esta vía: «Hay un apoyo sustancial de la comunidad científica a la posibilidad de que sea la forma de transmisión dominante y a que sea la forma más habitual de contagio en eventos de súper-propagación». Es decir, los aerosoles sí serían la vía más importante de contagio y tendrían la culpa de la rápida expansión de la pandemia.

«Cuando respiramos, hablamos, gritamos, tosemos y estornudamos emitimos abundantes partículas: gotículas y aerosoles. Las gotículas infectan por impacto en los ojos, fosas nasales o boca, y caen al suelo hasta a 1-2 metros de la persona que las emite. Los aerosoles infectan por inhalación y viajan más de 1-2 metros antes de caer al suelo», explican los autores, que continúan: «Debido a su menor tamaño, la infectividad del virus presente en aerosoles puede ser mayor al penetrar profundamente en los pulmones, y podría causar una mayor severidad de la enfermedad Covid-19». Es decir, los aerosoles no solo viajan a más distancia que las gotículas (las gotas que podemos ver a simple vista después de estornudar o toser), sino que, además, al infectar directamente al pulmón, pueden agravar la enfermedad.

Otras vías de contagio

Además de las gotículas -que afectan por contacto directo- o los aerosoles -por inhalación-, el informe también recoge otras vías de transmisión, muchas de ellas también envueltas en polémica. Es el caso del contagio de madres a hijos, del que afirman que «no hay evidencia de transmisión intrauterina», si bien sí se han encontrado fragmentos del virus en la leche materna, aunque «ningún virus viable». También se señala que hay pruebas de que las personas pueden infectar a otros mamíferos como perros, gatos y visones de granja, pero «no está clara la eficacia y frecuencia de estas transmisiones».

Por otro lado, se hace referencia a la infección desde heces y orina, que se considera «limitada», ya que solo hay un estudio que indica posible esta vía de transmisión. En cuanto a la transmisión sanguínea, aunque se ha encontrado SARS-CoV-2 en plasma y se ha replicado en células sanguíneas, la incidencia es «incierta»: «El riesgo de transmisión por esta vía parece ser bajo porque no se han reportado casos por transfusión sanguínea, a pesar de que los bancos de sangre no criban a sus donantes con PCR de diagnóstico o serología para anticuerpos frente a SARS-CoV-2».

Medidas recomendadas

Por todo ello, los científicos españoles proponen actividades en exteriores, ventilar o filtrar los espacios cerrados para reducir la transmisión por aerosoles, así como «evitar eventos con alta densidad de personas». Todo ello sumado a medidas en vigor y ya aceptadas como el uso de mascarillas, higiene, distanciamiento social, trabajo a distancia en la medida de lo posible y hacer caso de las recomendaciones específicas para el transporte público en ciudades y de largo recorrido.

 

Fuente:  ABC Ciencia