Hace ya 70 años que los astrónomos descubrieron unos extraños objetos que están entre los más luminosos del universo. Son los llamados objetos cuasi-estelares o cuásares, unas fuentes de casi el tamaño de estrellas pero que emiten tanta energía como galaxias enteras. Con el tiempo se descubrió que los cuásares son núcleos activos, es decir, agujeros negros supermasivos en el centro de las galaxias, que se caracterizan por estar engullendo estrellas y gas y emitiendo enormes cantidades de radiación. Tanta que los cuásares son auténticos faros luminosos visibles en el universo lejano, y por tanto, primitivo.
Durante décadas, el conocimiento sobre los cuásares ha avanzado mucho sobre todo gracias a la astronomía de rayos X, ondas de radio o rayos gamma, permitiendo saber más sobre la evolución del universo en que vivimos. Pero esta misma semana, un estudio publicado en « Nature» ha descubierto algo sorprendente en relación con los cuásares. Después de analizar los rayos gamma provenientes de Centauro A, un cuásar y la radiogalaxia más cercana, los científicos han mostrado que estos cuásares son auténticos aceleradores de partículas que pueden alcanzar varios miles de años luz de largo.
Los científicos pensaban que los rayos gamma emitidos por los cuásares se generan en la vecindad de los agujeros negros supermasivos del centro de las galaxias. La idea es que los procesos de acreción, por los que los agujeros engullen materia acelerada a velocidades relativistas, generan esta energética forma de radiación en su vecindad. Esto explicaría por qué la intensidad de esta radiación captada desde la Tierra puede cambiar en cuestión de minutos, lo que encaja con que su origen esté en una fuente más bien pequeña.
Fuente: ABC Ciencia