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A pesar de que Panamá ha perdido —desde la década de 1940 hasta hoy— más del 60% de cobertura boscosa por actividades humanas, según el Ministerio de Ambiente (Miambiente), el país cuenta actualmente con más del 35% de los bosques del territorio nacional protegido, compuestos en su mayoría por parques nacionales y otras áreas protegidas que se conectan y forman el Corredor Biológico Mesoamericano del atlántico panameño.

Este corredor, protegido contra amenazas como la tala indiscriminada (deforestación), minería, agricultura, ganadería, construcciones urbanísticas e infraestructura, permite el libre tránsito de muchas especies de animales y aves, según Adrián Jiménez, botánico del área de biodiversidad de MiAmbiente.

‘Estas áreas de bosques aseguran las reservas de agua, la disponibilidad de alimento, la energía y recursos principales para la subsistencia en la tierra’, dice Jiménez. Y agrega: ‘Los bosques panameños garantizan el aire limpio, combaten el calentamiento global y controlan el clima’.

De allí que el guía en el Laboratorio Marino de Punta Galeta, Omar Gómez, recomiende educar a las poblaciones y comunidades sobre la importancia y conservación de los bosques. ‘Los programas de educación ambiental que contempla la Ley General del Ambiente (Ley 41 del 1 de julio de 1998, modificada por la Ley 8 de marzo de 2015), deben trabajarse de forma más agresiva para que las personas cambien su manera de pensar, se organicen y empiecen a cuidar su patrimonio natural’, acota Gómez.

Jiménez coincide en que los bosques son los principales aliados para frenar los efectos del cambio climático. Por eso, mediante la Estrategia Nacional de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación del Bosque (REDD) se propone una serie de acciones para disminuir la degradación y deforestación de bosques. ‘Además, el proyecto Alianza por el Millón de Hectáreas es una iniciativa público-privada que busca incrementar más nuestra captura de carbono y son uno de los tantos esfuerzos que el país está desarrollando en materia de cambio climático’, explica el botánico.

Por su parte, Gómez resalta que la destrucción de los bosques traerá consecuencias graves como cambios en los patrones del clima, pérdida de la diversidad biológica, sedimentación de los ríos, aumento de las sequías y erosión de los suelos. Además, afectaría los recursos hídricos, así como igualmente la economía del país ocasionando migraciones, pobreza y baja calidad de vida.

Según el informe ‘Planeta Vivo’, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Panamá es el noveno país de Centroamérica que más árboles tala en la región. Asimismo, la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON) indica que en los últimos 4 años, Panamá ha perdido unas 540 mil hectáreas de bosques y se estima que hay dos millones de hectáreas de tierra degradadas.

 


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