Maderas en lugar de acetatos, plásticos en vez de tejidos, espejos por cristales y mucho material reciclado fueron las estrategias de las escuelas de samba de Río de Janeiro para poder desfilar en el carnaval de 2017 en medio de la grave crisis del país que las dejó sin patrocinio.
Las doce escuelas de samba del Grupo Especial, cuyos famosos desfiles del domingo y el lunes próximo constituyen la principal atracción del carnaval de Río y el considerado mayor espectáculo del mundo al aire libre, tuvieron que improvisar más que nunca para mantener el lujo de sus espectáculos pese a la necesidad de ahorrar en los materiales de los disfraces y las carrozas alegóricas.
Luego de dos años de recesión en Brasil casi ninguna empresa pública o privada se interesó por patrocinar los desfiles de 2017, lo que obligó a los grupos carnavalescos a reducir sus presupuestos entre un 30 % y un 40 % respecto a 2016, según la Liga Independiente de las Escuelas de Samba (Liesa).
‘Casi ninguna escuela consiguió patrocinio este año’, admitió el presidente de la Liesa, Jorge Castanheira.
Sin ayuda de terceros, la mayoría se ajustó a sus escasos recursos propios y a la ayuda fija que reciben todos los años para montar sus desfiles.
A cada escuela se le asigna anualmente alrededor de seis millones de reales (unos 1,9 millones de dólares), procedentes de los derechos de televisión sobre los desfiles, de la venta de los ingresos al Sambódromo y de la ayuda de la alcaldía de Río de Janeiro.