La noticia de que una tormenta solar inminente llegaría hasta la Tierra en los próximos días hacía saltar todas las alarmas. El Sol, a pesar de estar en uno de sus mínimos de actividad, ha emitido estos días una fulguración cuyas partículas son capaces de dañar sondas. satélites y comunicaciones a su paso.

Afortunadamente, contamos con un escudo natural que nos defiende de esta agresión constante: el campo magnético que rodea la Tierra y que desvía, o convierte en una lluvia inofensiva, la mayor parte de esas partículas letales. Sin embargo, en ocasiones, la agresión resulta tan violenta que ni siquiera el escudo magnético es capaz de contenerla. En esos momentos, nuestras defensas se ven superadas y las partículas de alta energía atraviesan la atmósfera como millones de «balas microscópicas» que impactan sobre la superficie del planeta y contra todo lo que hay en ella.

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