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Patrick echa un vistazo a los visitantes, se pone en cuclillas, lame sus garras y ronronea. Es su forma de calmarse «cuando está estresado», explica la cuidadora Melina Avgerinou.

Patrick, Bárbara, Usko… los osos y lobos del refugio de la organización Arcturos, en el monte Vitsi, en el noroeste de Grecia, están traumatizados.

Patrick, de tres años, tenía un mes cuando lo encontraron errante en la frontera greco-albanesa. Al parecer unos cazadores furtivos habían matado a su madre. A la edad de un año lo soltaron en su hábitat, pero reapareció al cabo de un mes y ya nunca se marchó.

«La naturaleza no es segura para él porque no ha aprendido a desconfiar de los humanos», explica Avgerinou.

Arcturos acoge a animales desde 1992, a veces de lugares lejanos, como Austria o Georgia. «Hay otros refugios en los Balcanes y en otros sitios de Europa, pero con frecuencia están llenos», afirma Avgerinou.

En la actualidad, el recinto, cercano a las aldeas de Nymfaio y Agrapidia, alberga en bosques de hayas y robles a más de veinte osos y siete lobos. Se espera la llegada de otros siete lobos procedentes de un parque zoológico italiano.

Inicialmente Arcturos era un proyecto para rescatar a osos danzantes, un espectáculo muy popular en los Balcanes y en el que se obligaba a los animales a caminar sobre ascuas.

Con el tiempo se ha especializado en la preparación de los animales para devolverlos al entorno salvaje. «Hay muchos problemas con los osos en cautiverio en los Balcanes. Lo peor es en Albania y en Skopje (Macedonia) donde todavía existen lagunas legales», apunta la cuidadora.

 


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