La negativa de China y los países del sudeste asiático a seguir recibiendo residuos plásticos del extranjero está desequilibrando el circuito mundial de reciclaje y obliga a los países occidentales a buscar otras soluciones. «El problema es que las cantidades [de residuos] afectadas son muy importantes», explica a la AFP Arnaud Brunet, director general de la Oficina Internacional del Reciclaje (BIR), con sede en Bruselas. Hay una «congestión de las capacidades técnicas», apunta el experto, sobre todo porque los países asiáticos que suplieron a China cuando esta cerró sus puertas a los plásticos «se vieron superados».
Los países europeos reciclan ellos mismos algunos residuos plásticos considerados rentables, como las botellas de PET (tereftalato de polietileno) transparente. Sin embargo, exportan a otros países los residuos en mal estado, de poco valor o difíciles de reciclar, apunta un informe de la oenegé Alianza Global de Alternativas a la Incineración (GAIA). Malasia, que autoriza la importación de residuos plásticos limpios y homogéneos, decidió que a partir de ahora devolverá a sus países de origen centenares de toneladas de plástico contaminado. «Las medidas que tomó el Gobierno malasio subrayan la importancia del reciclaje responsable, de la utilización de protocolos y de la gestión previa del proceso», dice a la AFP Adina Renee Adler, del ISRI, la asociación que reúne a las compañías del sector del reciclaje.
Igual que China y Malasia, Tailandia también tomó medidas para restringir las importaciones de residuos plásticos, que tuvieron como consecuencia su desvío hacia otros países menos estrictos en la materia, como Indonesia o Turquía, según el informe de GAIA.
AFP