El alcalde de Sellia, una pequeña localidad en Calabria, en el sur de Italia, presume que su pueblo es el que cuenta con mayores espacios culturales de toda Europa, «prácticamente un museo por cada 60 habitantes».
Detrás de estos ocho museos y de la próxima apertura de un parque aventura está la lucha de su regidor, Davide Zicchinella, para que este pueblo de 504 almas no desaparezca.
Este pediatra calabrés usa la terminología médica para explicar a Efe que ha tenido que utilizar «una terapia de choque» porque el «tumor de la despoblación» estaba muy avanzado y en los últimos años la población había pasado del millar a la mitad y solo 18 niños.
La medicina de Zicchinella para evitar que su pueblo muriera ha sido «cultura y deporte», por eso durante sus dos mandatos ha invertido los fondos a disposición de la región y de la Unión Europea (UE) para abrir ocho museos.
Con un millón de euros de la UE destinados a evitar la despoblación y al turismo, Sellia contará en junio con un pequeño parque aventura con una larguísima tirolina, puentes colgantes, lianas y una torre para el puenting.
«De un pueblo de viejos pasaremos a ser la localidad más adrenalínica de la región», explica este alcalde, que hace dos años ya fue protagonista con su ordenanza municipal: «Prohibido morir», una provocación para que los habitantes de Silla acudiesen al médico para cuidarse.
Zicchinella explica que la creación de museos y las otras actividades culturales quieren incentivar la creación de empleo entre los habitantes para que no abandonen el pueblo y la llegada de visitantes para que estimulen la economía.
La apertura del nuevo parque aventura dará trabajo a 10 personas de los 30 desempleados que tiene el pueblo, promete el regidor.
Y los resultados igualmente se han comenzado a ver, pues el año pasado este municipio registró 2.000 visitantes, «lo que es todo un récord si tenemos en cuenta que somos 500», indica el alcalde.
Pero además la oferta turística ha atraído inversiones y ya se ha abierto un restaurante, dos bares y un centro hípico, mientras empresarios del norte de Italia han comprado varias de las casas vacías por la despoblación para hacer un hotel.