“Huele bien, huele a Lisboa”, cantaba la célebre Amália Rodrigues en uno de sus fados más famosos. Cuando pasa un siglo de su nacimiento y dos décadas de su muerte, Lisboa todavía huele a Amália, cuyos pasos se pueden seguir a través de lugares emblemáticos de la capital.
Desde la casa donde nació hasta los puntos de homenaje, pasando por el que fue su hogar durante gran parte de su vida, ahora convertido en museo, es posible seguir las huellas de Amália (1920-1999) por Lisboa para conocer la historia y el impacto que tuvo la fadista más célebre de todos los tiempos.
Amália nació en la casa de sus abuelos maternos, una modesta vivienda en la calle Martim Vaz, en el verano de 1920. Su nacimiento está datado oficialmente a 23 de julio, pero esa fecha responde simplemente al día que fue inscrita en el registro y no quedó constancia con exactitud de cuándo llegó al mundo.
Amália sólo pasó los inicios de su infancia en la casa donde nació y desde los 9 años vivió en Alcântara y otras zonas de la capital, hasta mudarse al que sería su hogar definitivo: el número 193 de la Rua de São Bento, donde compró una casa en 1955.
La vivienda es hoy una Casa-Museo en la que se puede conocer el lado más íntimo de la fadista: los vestidos que solía usar, los libros de poemas que poblaban sus estanterías y hasta el tipo de té que le apasionaba, el clásico “earl grey”.
Fuente: EFE