Por muchas razones, Mercurio no es un planeta como los demás. De hecho, resulta único entre sus compañeros rocosos del Sistema Solar. Su núcleo de hierro representa, por ejemplo, más del 80 por cien de su radio, mucho más que el de la Tierra, que supone solo el 50%. Lo cual representa un misterio de difícil solución para los astrónomos.

Los científicos creen que hace cerca de 4.000 millones de años y en pleno “gran bombardeo”, la violenta etapa durante la que los planetas fueron ocupando sus lugares en el Sistema Solar, un gran impacto pudo hacer que Mercurio perdiera la mayor parte de su envoltura rocosa. Por eso se trata de un mundo inusualmente denso, con un delgado manto de apenas 500 km de grosor por encima del núcleo metálico.

Pero si fue así, ¿dónde está todo ese material levantado por la colisión? En la Tierra, que también sufrió las consecuencias de un impacto parecido, una buena parte de las rocas y el polvo lanzadas al espacio por el tremendo choque acabaron convirtiéndose en la Luna, mientras que el resto, con el tiempo, volvió a caer sobre nuestro planeta. Pero ese no es, al parecer, el caso de Mercurio.

Ahora, Christopher Spalding, de la Universidad de Yale, y Fred Adams, de la de Michigan, han propuesto una solución al enigma. Y en un artículo publicado en The Planetary Science Journal, los dos astrónomos explican que la culpa podría ser del viento solar. En aquelos lejanos tiempos, en efecto, el viento solar, formado por partículas cargadas emitidas continuamente por el Sol, debió ser entre 10 y 100 veces más intenso de lo que es en la actualidad, y podría haber arrastrado todos esos escombros al espacio exterior, haciendo que Mercurio perdiera para siempre una parte importante de su manto.

“Conocemos ese gran misterio desde hace décadas -explica Spalding-. Sin embargo sabemos que en aquél entonces el viento solar debía de ser más fuerte. Lo suficiente como para haber eliminado de la órbita de Mercurio todo el material expulsado en apenas un millón de años”.

Dependiendo de la fuerza del viento solar en aquél momento, la nube de escombros pudo incluso llegar a caer al Sol. Sin embargo, si el viento solar fue lo suficientemente intenso, todos los fragmentos de material de alrededor de un cm podrían haber sido expulsados para siempre del Sistema Solar. “Podrían quedar algunos restos de Mercurio en Venus, y potencialmente en la Tierra”, explica el astrónomo.

Según los investigadores, algo similar podría haber sucedido, o estar sucediendo ahora, en otros sistemas planetarios. Por eso, sus conclusiones resultarán muy útiles a la hora de caracterizar y comprender cómo evolucionaron muchos exoplanetas cercanos a sus estrellas.

Fuente: ABC