A 80 kilómetros de Montevideo, la capital de Uruguay, existe una escuela distinta a todas las demás. Los niños de la localidad de Jaureguiberry, un pueblo donde viven 500 personas, asisten desde 2016 a la primera escuela en Latinoamérica construida de residuos y 100% autosustentable. Esta escuela rural, que puede albergar unos 100 alumnos de entre 3 y 12 años, se construyó en un tiempo récord de tan solo 45 días. La idea surgió de un grupo de amigos que después de ver el documental ‘El gerrero de la basura’, que cuenta la historia del arquitecto Michael Reynols y su empresa Earthship Biotecture. A partir de ahí, empezaron a preguntarse si con este tipo de arquitectura sustentable se podría construir una escuela pública.
Este grupo de amigos crearon la organización Tagma para llevar a cabo el proyecto. Les siguió cuatro largos años para conseguir los permisos, la financiación y llamar la atención de Michael Reynols para que fuese el arquitecto del proyecto.
Cerca de 2.000 neumáticos, 3.000 botellas de vidrio, 1.500 botellas de plástico y 12.000 latas, junto con la madera, el vidrio y el cemento necesarios, se emplearon para construir el edificio de la escuela. El proyecto, apoyado por 200 empresas e instituciones del país suramericano, se estima que costó menos de 350.000 euros y en su construcción participaron más de un centenar de voluntarios de 30 países, vecinos del pueblo de Jaureguiberry, alumnos de la futura escuela y sus maestros. Una construcción que implicó a toda la comunidad para que se la sintieran como propia.
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