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La degradación de las tierras es una problemática que afecta a cerca de 300 millones de hectáreas en América Latina como consecuencia del mal manejo agrícola y forestal. Pero igualmente por las malas prácticas de pastoreo que provoca deforestación, pérdida de suelos fértiles, disminución de caudales de agua, y una mayor vulnerabilidad al cambio climático y a los efectos de las sequías. En este escenario, los drones son una opción para mejorar el manejo y proteger estas áreas al ofrecer imágenes de alta resolución mucho más rápido y más económico que cualquier otra herramienta tradicional. Y porque, además, apoyan los trabajos de los técnicos ambientales.

En 2015, Panamá incorporó esta tecnología en siete comunidades indígenas (Bribri, Bugle, Emberá, Kuna, Naso, Ngäbe y Wounnan) para proteger los bosques. Ahora será utilizada en 24 fincas de la cuenca de Parita y Tonosí para analizar la vitalidad y los cambios de la cubierta vegetal (boscosa y agropecuaria). Dos vehículos aéreos no tripulados o drones tipo cuadricóptero, uno con sensor fotográfico y otro con sensores multiespectrales, permitirán procesar imágenes y elaborar mapas de la cobertura boscosa, explicó el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente).

 


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