Por primera vez en Argentina, videntes y obras vivas abren la temporada del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires y juegan con el asombro y la confusión del espectador hasta hacerlo creer que es parte de la puesta.

‘Se trata de hacer una obra en las bambalinas, en vez de en el escenario, y el cuerpo es el protagonista’, explicó el español Agustín Pérez Rubio sobre ‘Experiencia infinita’, la más grande de las tres exposiciones con las que inaugura su gestión como director artístico del museo.

‘¿Cómo? ¿La muestra no estaba inaugurada?’, se extraña un visitante en medio de una sala donde un cartel avisa ‘Pintura fresca’ y dos pintores, con botes y un andamio, repasan el blanco de las paredes.

En el segundo recinto, dos videntes hablan de vibraciones y ofrecen compartir qué sienten sobre las energías que circulan por el sitio, dando sentido a ‘insertos en tiempo real’, de la española Dora García.

‘Crearemos un archivo con experiencias vividas acá, ya que el arte expande conciencia’, cuenta Elena, una de las videntes, ante un visitante que vuelve la cabeza para ver a un hombre con un libro luminoso pegado a su cara que acaba de irrumpir en la sala.

‘Es una obra viva de acción infinita, donde se descomponen los conceptos de tiempo y trabajo; uno nunca piensa cuántas veces pasa por un sitio o cuánto tarda’, comenta Pérez Rubio. Un nuevo espacio y tras ver a un hombre pendiente de hilos, alguien aplaude; otro canta, un tercero pregunta la hora y este cúmulo de situaciones consagran a ‘Disculpá, ¿vos sos parte de la muestra?’ como la pregunta más escuchada por los pasillos del museo.