Entre las muchas creencias extendidas sobre los neandertales, hay una que los representa como aguerridos cazadores de las regiones más frías de Europa, carnívoros devoradores de mamuts, rinocerontes, búfalos y renos. Es una verdad a medias. En realidad, la mayoría de estos homínidos vivieron en el sur del continente, especialmente en Italia y la Península Ibérica y, como sugiere un estudio que acaba de publicar la revista «Science», allí su estilo de vida se asemejaba más al de un pueblo típico de pescadores.

Restos encontrados en la cueva de Figueira Brava, en Portugal, por un equipo internacional dirigido por João Zilhão, investigador ICREA de la Universidad de Barcelona, demuestran por primera vez que hace más de 80.000 años los neandertales allí asentados también vivían del mar. Se alimentaban regularmente de peces, mejillones, crustáceos y otras especies marinas. Hasta ahora, se creía que en ese momento solo nuestros antepasados sapiens en África eran capaces de explotar los recursos marinos.

La cueva de Figueira Brava se encuentra a 30 kilómetros al sur de Lisboa en las laderas de la Serra da Arrábida. Hoy cuelga directamente de la costa, pero cuando los neandertales la ocupaban se situaba a unos dos kilómetros tierra adentro. La mitad de la dieta de sus habitantes estaba constituida por recursos costeros: moluscos como lapas, mejillones y almejas; crustáceos como el buey de mar y el centollo; peces, entre ellos tiburones, anguilas, doradas y salmonetes… También un buen número de aves (ánades reales, gansos, cormoranes o alcatraces) y mamíferos marinos como delfines y focas. El menú se completaba con la caza de ciervos, cabras, caballos, uros y otras presas pequeñas como tortugas. Además, se han encontrado carbonizados olivos, viñas, higueras y otros árboles y plantas típicos del clima mediterráneo, entre las cuales la más abundante era el pino piñonero, cuya madera se usaba como combustible y cuyos piñones se consumían abundantemente.

La antigüedad de los restos, de 86.000 a 116.000 años, se conoce por dos dataciones: la de las estalagmitas de la cueva con el método del uranio-torio, y la de los sedimentos, con una tecnología basada en la luminescencia del cuarzo. Ambas técnicas dieron resultados 100% concordantes. En esa época los sapiens todavía no habían llegado a la península, así que las «sobras» de estos festines solo podían haber sido dejadas por neandertales.

 

Capacidad simbólica

La introducción en la dieta neandertal de los frutos del mar es interesante, ya que estos alimentos son ricos en omega-3 y otros ácidos grasos que promueven el desarrollo del tejido cerebral. Muchos investigadores han especulado con que el consumo de pescado o marisco pudo haber aumentado las capacidades cognitivas de las poblaciones humanas en África, permitiendo la aparición del pensamiento abstracto y la comunicación simbólica. Esto, a su vez, justificaría su supuesta superioridad y «triunfo» sobre los neandertales que, más incapaces, estaban en inferioridad frente a los sapiens y se vieron abocados a la extinción.

«Nuestro estudio demuestra que esa hipótesis no es más que un cuento. Si el consumo de recursos marinos fue clave en el desarrollo del cerebro y la cognición, lo fue para toda la humanidad, incluidos los neandertales», explica Zilhão a ABC. «Lo más probable, sin embargo, es que la importancia de esa dieta se haya exagerado mucho. Sencillamente, se ha utilizando como un argumento para justificar la narrativa de la superioridad de los sapiens», añade.

Una idea con la que, desde luego, el paleoantropólogo no está de acuerdo. Las pruebas acumuladas en la última década sugieren que los neandertales también tenían una cultura material simbólica. Hace dos años, el mismo investigador codirigía un estudio publicado en «Science» que indicaba que las pinturas rupestres más antiguas del mundo habían sido hechas por neandertales hace más de 65.000 años en tres cuevas españolas: La Pasiega en Cantabria, Maltravieso en Cáceres y Ardales en Málaga. En otro artículo, este en «Science Advances», mostraba que hace más de 115.000 años, estos homínidos ya utilizaban conchas marinas perforadas como colgantes. Aparecieron en la cueva de los Aviones, en Murcia.

Fuente de recursos

Para Zilhão, todos estos hallazgos «respaldan una visión sobre la evolución humana en la que las variantes fósiles conocidas, como los neandertales en Europa y sus contemporáneos africanos de anatomía más similar a la nuestra, deben entenderse como restos de nuestros antepasados, no como especies diferentes una superior y otra inferior».

Además, a su juicio, el descubrimiento de Figueira Brava refleja que la familiaridad de los humanos con el mar es más antigua y más amplia de lo que se pensaba. «Para los neandertales que vivían en el litoral de los continentes, el mar era una fuente de recursos igual que la tierra, y todo lo que el mar podía dar y se podía explotar con la tecnología de la época, se explotó efectivamente», concluye el investigador. Probablemente, esta relación podría ayudar a explicar cómo, entre 45.000 y 50.000 años atrás, los humanos pudieron cruzar el Mar de Timor para colonizar Australia y Nueva Guinea, y luego, hace unos 30.000 años, las islas más cercanas al Pacífico occidental.

Fuente: ABC