Un denso velo gris cubre y ahoga la Ciudad de México. La contaminación en esta megaurbe de 21 millones de habitantes, donde circulan diariamente 5.5 millones de vehículos, alcanzó niveles extraordinarios que hicieron que el lunes, por primera vez en 13 años y medio, se activara la contingencia ambiental.

Las altas concentraciones de ozono en un cielo visiblemente brumoso alertaron a las autoridades de la capital y de la zona metropolitana del vecino estado de México que, durante este martes, pidieron suspender las actividades deportivas al aire libre, sugirieron a ancianos y niños quedarse en casa, ordenaron disminuir la circulación de automóviles y disminuir  hasta un 40% las emisiones de las industrias del Valle de México.

La fase I del plan de contingencia, que se se había aplicado por última vez en septiembre de 2002, se activó sólo dos días luego de que el cielo de la capital luciera más limpio y azul que nunca por una insólita tormenta invernal que generó aguanieve y levantó vientos de hasta 70 km/h provocando la caída de más de mil árboles y estructuras en todo el país.

El lunes, sin embargo, la concentración de ozono se acercó al “límite de extremadamente mala” -al superar los 190 puntos en el índice de la calidad del aire que activan la contingencia- alcanzando un nivel de 194, pudiendo provocar molestias graves en personas con problemas respiratorios y cardiovasculares y riesgo de ataques en personas asmáticas.