«The Last Vermeer» (El útimo Vermeer) cuenta la historia real de «Cristo y la mujer adúltera», una obra falsa del maestro holandés, pintada en 1942 por el célebre falsificador de arte Han van Meegeren. Guy Pearce se mete en la piel del famoso comerciante de arte y hedonista en esta película, que se estrena en Estados Unidos el próximo día 20. Para rodar el filme se necesitaron 50 falsificaciones falsas, más de las obras que pintó en toda su vida Johannes Vermeer.

La obra fue vendida en 1942 al banquero y comerciante de arte nazi Alois Miedl y éste lo vendió después al mariscal Hermann Göring por 1,65 millones de florines (unos 7 millones de dólares actuales). En ese momento se creía que solo existían 34 obras auténticas del pintor, pero Göring no sabía que en realidad la obra fue pintada por el propio Van Meegeren. Las fuerzas aliadas encontraron el falso Vermeer de Göring en una mina de sal de Austria después de la guerra y rastrearon su procedencia hasta Van Meegeren en Ámsterdam. Van Meeregen fue arrestado el 29 de mayo de 1945 como colaborador de los nazis, porque pensaron que les había vendido una obra que era patrimonio holandés.

El falsificador tuvo entonces dos opciones: rendirse a una sentencia de muerte como colaborador nazi que vendió una obra maestra holandesa al segundo de Hitler, o confesar, y convertirse en una especie de héroe nacional en el proceso. Van Meegeren eligió lo último, admitiendo que engañó al nazi por una suma vergonzosamente exorbitante. El 12 de noviembre de 1947 fue condenado por falsificación y fraude y sentenciado a solo un año de prisión, el cual nunca cumplió porque antes de ser encarcelado sufrió un ataque cardíaco y murió el 30 de diciembre de 1947. Se estima que Van Meeregen estafó por valor de varios millones de dólares.

Henricus Antonius van Meegeren (Deventer, Overijssel, 1889-Ámsterdam, 1947), más conocido como Han van Meegeren, fue un pintor y retratista holandés, considerado uno de los más ingeniosos falsificadores de arte del siglo XX. Cuando los críticos de arte despreciaron su trabajo, Van Meegeren decidió demostrar su talento falsificando pinturas de algunos de los más famosos artistas holandeses: Frans Hals, Pieter de Hooch, Gerard ter Borch y, especialmente, Johannes Vermeer. Expertos y críticos de arte creyeron que sus pinturas eran auténticas. Su falsificación más exitosa fue «La cena de Emaús», creada en 1937, a la manera de Vermeer. Se basó en «La cena de Emaús» de Caravaggio, de la Pinacoteca de Brera. La obra fue adquirida por la Rembrandt Society por 520.000 florines (unos 4 millones de dólares actuales), con la ayuda del magnate naviero Willem van der Vorm, y donado al Museo Boymans de Róterdam.

«No todo es blanco o negro», dijo a Artnet News Dan Friedkin, director de «The Last Vermeer». James Gemmill (cuyos proyectos anteriores incluyen «El código Da Vinci») pintó las obras de Van Meegerens a partir de fotografías y luego recubrió las obras de arte con una pintura blanca a base de tiza para que parecieran lienzos en blanco. En la película, cuando Pearce parece estar pintando, en realidad está aplicando un medio aceitoso sobre la capa de tiza para exponer la pintura subyacente. «Pudimos filmar las pinceladas y ver, efectivamente, la impresión de que se está pintando un cuadro».

Se obtuvo información a partir de documentos judiciales de mediados de siglo, que registran que se le pidió a Van Meegeren que falsificara un Vermeer durante el juicio. La película recrea este episodio, en el que el falsificador pintó un falso Vermeer a partir de un boceto preliminar. James Gemmill y Arthur Max («Gladiator» y «American Gangster») modificaron las obras fraudulentas del falsificador. Gemmill insistió en que algunas eran tan malas que el público no se dejaría engañar tan fácilmente como Göring. Algunas manos y rostros se mejoraron con precisión anatómica e incluso se incluyeron en las obras a parte del elenco de la película. Esta inserción de personajes contemporáneos en pinturas barrocas es un guiño a Van Meegeren, quien utilizó a su amante como modelo en una falsificación que se asemeja a la famosa «Joven de la perla», de Vermeer.

Van Meegeren también sintió que la calidad era lo más importante. «Ayer esta pintura valía millones de florines y expertos y amantes del arte venían de todo el mundo y pagaban dinero por verla», dijo en su famoso juicio en 1947. «Hoy no vale nada y nadie cruzaría la calle para verla gratis». Actualmente hay al menos dos versiones del «Cristo y la mujer adúltera» de Van Meegeren. Uno se encuentra en la Casa de Historia Europea en Bruselas, como parte de una exposición sobre la historia de la falsificación. El otro está en la oficina de Friedkin.

 

Fuene.  ABC Cultura