Tras un tiempo en «standby», este año se ha vuelto a poner sobre la mesa parlamentaria chilena una antigua moción para rebautizar al aeropuerto internacional de Santiago con el nombre de Pablo Neruda. La propuesta ha venido acompañada de una fuerte polémica impulsada por el movimiento feminista que está en contra de la elección del poeta porque «no están los tiempos para homenajear a un maltratador de mujeres, que abandonó a su hija enferma y confesó una violación» por utilizar las palabras de Pamela Jiles, del Partido Humanista. Recordemos las oscuridades del laureado autor por otro lado tan idolatrado a las que se refieren.

Así, habría que hablar de Malva Marina, que nació en 1934, y fue la única hija de Pablo Neruda, fruto de su matrimonio con Maria Hagenaar Vogelzang («Maruca»). Recientemente ha salido a la luz «Malva», la primera novela de la poeta neerlandesa Hagar Peeters en donde se cuenta como la protagonista fue víctima de abandono. Tenía hidrocefalia, que en su caso se traducía en un tamaño desproporcionado de su cabeza. Su padre, el prestigioso poeta del amor, no tuvo mucha piedad con ella. Decía que era «un ser perfectamente ridículo», «una especie de punto y coma», «una vampiresa de tres kilos». Primero la ocultó. Y, después, la abandonó definitivamente.

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