San Blas, el turístico archipiélago de aguas transparentes y que forma parte la comarca indígena Guna Yala, es una de las zonas más perjudicadas en Latinoamérica por el aumento del nivel de los océanos, una consecuencia directa del calentamiento global y del deshielo de los glaciales. Según datos de un mareógrafo situado en San Cristóbal, una localidad cercana, el agua en esta parte del Caribe ha subido cerca de 30 centímetros en el último medio siglo, once centímetros más que la media mundial.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (IPCC) describió en su quinto informe un escenario desolador y alertó de que, de seguir así las cosas, la crecida media de los océanos podría ser de hasta 30 centímetros en 2065 y 63 centímetros en 2010, lo que sería devastador para un sinfín de comunidades costeras.
Un estudio elaborado en 2004 a partir de fotografías aéreas publicado en la revista Conservation Biology señala que el archipiélago, formado por 365 islas -de las cuales 38 están habitadas y el resto se explotan turísticamente- ha perdido en tres décadas 50.363 metros cuadrados.

Gardi Sugdub, Ustupu, Mamidub, Anassuguna y Ogobsucun son las comunidades que hasta el momento corren más riesgos, según los expertos. Pero el futuro no es nada halagüeño para el resto de islas y sus habitantes lo saben. Las autoridades panameñas, también. “Dadas las características físicas de las islas es posible que muchas queden sumergidas en unas décadas”, reconoció a EFE en una declaración escrita el ministro panameño de Ambiente, Emilio Sempris.

EFE