La ceremonia de entrega de los Premios Nobel, presidida por el rey Carlos Gustavo de Suecia en Estocolmo, se convirtió en un alegato en favor de la educación, ‘que no puede ser privilegio de un grupo exclusivo’.

Este año más que nunca coincidieron los discursos pronunciados en Estocolmo y en Oslo, donde horas antes se había entregado el Nobel de la Paz al indio Kailash Satyarthi y a la adolescente paquistaní Malala Yousafzai, quienes igualmente solicitaron educación para todos los niños y niñas.

El presidente del consejo de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, empezó su discurso recordando que el Nobel de la Paz ha reconocido ese año un derecho, el de la educación.

‘Si tenemos que ser capaces de abordar los desafíos a los que se enfrenta la Humanidad, la educación -expresó- no puede ser privilegio para un grupo exclusivo. Es fundamental para el desarrollo y la coexistencia pacífica entre naciones y personas’, manifestó Heldin.