En el verde jardín de un café de Jartum, una decena de jóvenes tienen los ojos clavados en sus teléfonos. Es un pequeño oasis donde pueden conectarse, ahora que las autoridades militares han bloqueado internet desde hace dos semanas. “Es como si hubieras retrocedido. Estamos cortados de todo”, deploró Mohamed Omar, 25 años sentado alrededor de una mesa con amigos. “Internet nos permite saber lo que pasa aquí y en el extranjero”, dice Mohamed Omar.

El acceso a internet y sobre todo a la 4G de los teléfonos portátiles está bloqueada desde la sangrienta dispersión de la sentada opositora frente a la sede del ejército en Jartum el 3 de junio pasado. Desde el comienzo de las manifestaciones en diciembre que provocaron la destitución del presidente sudanés Omar al Bashir, la oposición logró movilizar gracias a las redes sociales. “Cortaron internet para que la gente no pueda comunicarse, para impedir que se reúna”, dice Mohamed, que participó en todas las manifestaciones. La falta de internet también perturba la vida cotidiana ya que es difícil conseguir un taxi a través de las aplicaciones o a comunicar con sus familiares en el exterior.

AFP