El origen de Purim se halla en el Libro de Esther, donde se cuenta cómo Hamán, gran visir del Imperio Persa, solicitó al rey Asuero que matase a todos los judíos de su reino porque no toleraba que Mordejai, padre adoptivo de Esther, no se arrodillara ante él.

La leyenda describe cómo esta mujer de origen judío y convertida en reina de Persia, ayudó a impedir la aniquilación de su pueblo luego de que el visir convenciese al monarca persa de que ordenase el exterminio de los judíos en su territorio.

La reina intercedió ante Asuero, que autorizó a los judíos a que se defendieran, gracias a lo cual el día fijado para su ejecución, el 13 del mes hebreo de Adar, los israelitas derrotaron a sus enemigos.

Según la narración, al día siguiente los judíos del Imperio Persa celebraron su victoria y dieron a esa jornada el nombre de “Purim”, que significa literalmente echar a suerte o sorteo.

El uso de disfraces para esta celebración no se impuso hasta siglos más tarde, en la Edad Media, posiblemente por la influencia del carnaval cristiano o de otras creencias paganas.

Lo que sí tiene una justificación religiosa es el consumo de alcohol durante la jornada, ya que la tradición judía estipula que en Purim se debe beber “hasta que no se distinga al bendito Mordejai (héroe del Libro de Esther), del maldito Hamán”, es decir, hasta emborracharse.